martes, 27 de octubre de 2015

ENTRAD..., microrelato de Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

Entrad, entrad; entrad y ved; mirad oler tocar, cantar, sufrir, gozar. No es momento de esa luz apagar. Encended, encended iluminad. Mirad. Todo brilla y se toca con los ojos del cerebro. Lo celebro. Lo gozo. Es sublime este momento. Iluminado. Tentado por las cosas que susurran al oído los secretos tan vitales, tan simples y complicados como sólo es la vida...

martes, 20 de octubre de 2015

CERCA DE TÍ YA ESTÁ, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

CERCA DE TÍ YA ESTÁ
Cerca ya está,
viene la muerte a galope;
viendo bien a ver si está
al que le suelte buen golpe.
Cerca viene y está fuerte
si lo miras de ese modo
quiere ver a un valiente
que le ponga un buen apodo.
La muerte es franca y sincera
y se derrite al mirarte
no vaya a ser que te quiera
y hasta pueda hoy llevarte...

jueves, 15 de octubre de 2015

C U L P A S, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

C U L P A S


Benjamín A. Araujo M.

Elévate, vuela, esfúmate: sal de ese hoyo en que te has escondido, le dijo su mujer a Marco Aurelio, cuando despertó.
Marco Aurelio tenía dos años con ese mal. Una suerte de sordera y un ensordecedor ruido interno que le provocaba fuerte jaquecas. Dolores de cabeza insoportables. Y una necesidad de estar solo y a oscuras, porque hasta el más mínimo rayo de luz le molestaba.
Irene era su quinta mujer. Las cuatro anteriores lo habían dejado por causas diversas. Pero en el fondo era sólo una la razón: su carácter irascible. Su impaciencia. Sus dolores y males que fueron aumentando conforme la edad crecía.
Marco Aurelio tenía 60 años. Había llegado a la llamada tercera edad, con trabajos; en su rostro se notaba el peso de los años, pero sobre todo las marcas de la culpabilidad. Culposo era porque años atrás había peleado con sus padres por la herencia.
Primero, le soportaron. Pero conforme pasó el tiempo y creció la intensidad de las broncas, le enfrentaron. No obstante él se salió con la suya, en parte, y les despojó cuando menos de la mitad de su fortuna. Precaria fortuna hecha con el esfuerzo y paciencia de ambos. Él, como contador, ella como secretaria de prominentes políticos. Marco Aurelio era ambicioso. Lo aprendió de su madre. 
Marco Aurelio se levantó del lecho. Abrazó a su mujer y llorando le pidió le tuviera más paciencia. Irene había sido la mar de entregada a su marido. Y era la fiel imagen de que no había quinta mala. Los hijos de Marco le habían reconocido a ella que se entregó a su padre, con cuerpo y alma. Sobre todo ésto último, pues era con sus actos un ejemplo de piadosa serenidad y calma. Ellos reconocían que, por encima de su madre biológica, habían logrado todos una mujer maternal con la presencia de Irene.
Ya de pié. Marco pidió a Irene le indicara a dónde irían. Al médico, dijo ella. "Hoy es tu cita".
Marco Aurelio fue quedándose solo. Peleó con sus hermanas y hemanos por las mismas razones por las que había reñido con sus padres. Hasta no soportar tener a un pariente cerca. 
El psiquiatra le describió su situación, claramente psicosomática: "Estás pagando tus culpas; y mientras no te perdones, no habrá remedio posible ni medicina que te cure", dijo enfático.
Marco Aurelio no se perdonó. Se castigó los últimos años de su vida y fue, ciertamente rico pero imposibilitado para gozar de su fortuna. 

viernes, 9 de octubre de 2015

SONETO A LAS PROMESAS, Benjamín A. Araujo Mondragón

S O N E T O
A
LAS
P R O M E S A S


Escribo sobre tu piel mi extrañamiento.
Tengo en la mente tu cuerpo y lo penetro.
Todo, por cierto, es sólo juramento
y sucede que no puedo ir nunca a tu encuentro.
En tus ojos de cielo, el firmamento
se vuelve tempestades y promesas
y mis ansias muy locas en aumento
porque ya no me juras y encabezas
todo trato carnal, si no regreso
porque este amor vive un deceso
grosero y tempestuoso de lamentos
que son un fuerte y claro peso
porque yo deseo vivos sentimientos
de amor a tu lubricidad; dices: ¿qué es eso?

martes, 6 de octubre de 2015

SALTO MORTAL, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

Mortal salto hemos dado hacia el recuerdo;
mortal salto y ahora ¡¡¡ya no concuerdo!!!