lunes, 24 de marzo de 2014

CEGUERA NOCTURNA, Benjamín A. Araujo Mondragón

Ceguera nocturna

¿Adonde vas, paloma ciega,
Adonde vas si es ya la noche?
José María Arguedas

La noche cubre con su manto
la promesa de ser que carga mi alma;
es tan sólo una lista de pendientes
para volver al fin lo oscuro, canto,
para seguir los pasos con la calma
de la espera infamante con los dientes
llenos de horror, acaso y de espanto
por tener tu amistad en esta palma
y lograr amor y paz, muy obedientes.

…El hielo de tus pies se hará fuego,
Tu cansancio acabará
Volarás dulce, tranquila…
José María Arguedas

Enciende ya tu paz, paloma blanca,
enciéndelos muy bien, paloma ciega,
tus pies y ya tu paz vendrán con calma
a buscar una dicha que se niega.

Vendrá la paz, al fin, paloma ciega,
vendrá por fin la paz, paloma blanca,
la dicha se derrama por doquiera
y la mano del mal, ahora es manca.

Vuela, vuela feliz, blanca paloma,
busca la paz aquí, con tus mayores,
verás que sola viene aquí y se asoma

esa paz que renueva ilusiones
y logra despertar nuevas promesas
que se oyen desde el río, como canciones.



jueves, 20 de marzo de 2014

LA CIUDAD, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

LA CIUDAD

La ciudad aparece ajena a mis escombros.
No vale ser la isla en que me han confinado
mis seres inmediatos, mis fantasmas distantes,
mis multitudes en que me solazo;
crecen delante de mi desesperanzas,
desalientos como pulmones fatigados,
gigantes pulmones que secretan utopías fallecidas
para pintar el paisaje laxo de una urbe que se fue
antes de llenarse de decretos de abandono
en cada uno de sus postes, en cada árbol
con la cabeza gacha de amargura.

La ciudad es una barca desierta.
No tiene sentido llamarla desde la noche
si ya sus grises días anuncian la desventura
de este desvarío de injusticias.
Es un naufragio colectivo la ciudad.
Nadie parece reparar en ello mientras
corre a deshabitar las oficinas, las fábricas,
los colegios o esos agujeros impropios
que llaman hogar con decoro
sólo para esas palabras huecas de dientes
afuera, vociferantes adjetivaciones
que esconden la desgracia que nos penetra a todos.

La ciudad es una ausencia colectiva.
Nido de antiguas voces que sí amaron,
desván de lentitudes para la fraternidad;
tal vez un peso seco sobre los infortunios
o una llama sin luz, o un viento
calmo que nos deriva a nada y nos quita
los gestos de la cara. Ni siquiera hay
la lluvia para ensayar heridas compartidas.
La ciudad es un páramo de desconfianzas.
La eternidad de lo inacabado se anuncia
con todos y cada uno de nuestros pasos.
No vamos a nada, ni acudimos a nadie,
ya no nos vemos; los espejos reflejan
nuestras ausencias intemporales.

La ciudad, esta ciudad, es todas las ciudades.
Es todas las ciudades y ninguna.
Cada ciudad de este hoy eterno tiempo
que se ha detenido en la nada de nuestros destinos
es la condena que nos merecemos porque
la hemos forjado con denuedo en nuestra
apátrida espiritualidad del desconsuelo merecido
a golpes de ceguera de nuestros puños
desde la impotencia del sueño.

Sólo queda un grito verdadero en este
silencio infértil que es la ciudad.
Allá, en el más recóndito callejón,
un violinista enloquecido, afiebrado,
toca el instrumento para ver si despierta
algunos de esos zombis que salimos
de nuestros agujeros a correr a ningún
lado todas las mañanas, todas las
mañanas, todas, todas, todas, semana tras semana,
mes a mes, año tras año, tras año tras año tras año
tras año: hasta que dejemos de rayar este disco inmundo
del abandono a que nos hemos confinado.


martes, 18 de marzo de 2014

MINIMIZAR, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

MINIMIZAR


Minimizar los daños; suavizarlos:
minimizar los tropiezos
y también los obstáculos;
darle suavidad al alma
para que todo pase como brisa
y que la brisa suave llegue
a las playas, a las praderas,
a las montañas: sin daño alguno...

lunes, 10 de marzo de 2014

FUERZAS DE FLAQUEZA, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

Camino, muy lentamente, pero avanzo;
son muchas las dificultades que enfrentó
pero mi fe me salva: adelante, me digo,
no debo desmayar, sacar fuerzas de flaqueza
y no caer en la desesperación...
No soy un discapacitado. Todos lo somos:
¿acaso mis desgracias son mayores?
Pero las venzo con enjundia y fuerza espiritual;
la fuerza no se encuentra en esas secas ramas
que son mis piernas y mis brazos;
mi fuerza está aquí, en el corazón,
y acá, en el cerebro; sin dejar de lado,
desde luego, al espíritu que está
localizado en todas partes y ninguna...
Soy fuerza y habré de demostrarlo
con hechos, no con palabras;
con acciones, no con promesas,
dejemos las promesas para los políticos... 

viernes, 7 de marzo de 2014

MUJER DIVINA, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

Mujer universal, 
mujer divina,
madre de todos,
esposa de todos,
compañera de la humanidad:
Mereces respeto, y sin embargo, muy frecuentemente te fallamos. Sólo hay que ver las estadísticas. ¡Ningún país se salva! El maltrato, la discriminación, el ninguneo, la falta de valoración adecuada, hacen un altar de miasma que debemos dedicarnos a tirar y resarcir...
¡¡¡Todos somos culpables,
todos responsables;
y a todos nos toca combatir
y abrir brecha, a efecto 
de que la mujer tenga:
¡¡¡el papel que le corresponde:
amada,
respetada; 
nunca vilipendiada...!!!

miércoles, 5 de marzo de 2014

AFRODITA VIAJA, Benjamín Araujo

AFRODITA VIAJA, Benjamín A. Araujo Mondragón


En mis sueños, Afrodita viaja, surca los mares con su radiante belleza. En mis sueños, Afrodita es mi musa, y yo la llevó, la llevo arrastrando por las aguas inmensas, sin paralelo del deseo. Soy un pez gordo, gordo, lleno de ansias, pleno de inspiración por conquistarla a ella; pero no soy el único. Ay no, ojalá lo fuera. Hay otro pez muy gordo, tan gordo o igual que yo, ancho de dicha futura por estar con ella. Sueño con ella y suelo darle mucha fuerza a mis sueños, fuerza que se convierte en energía para surcar esas aguas profundas e interminables. La mar ya no está serena, la mar está salpicada de ganas de conquista varonil por esa hembra indócil que es Afrodita. Que este sueño no termine, que jamás se agote, para que mis deseos crezcan y sepan dominarla, tenerla, poseerla, amarla para siempre; fuera ya del agua sin otro pez rival que quiera dominarla. Afrodita: óyeme, enloquezco por ti... Afrodita, Afrodita, Afrodita...¿en dónde estás?...Afrodita, escúchame, compréndeme... Tenme paciencia, Afrodita, Te amaré por siempre.

domingo, 2 de marzo de 2014

AFRODITA VIAJA, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

En mis sueños, Afrodita viaja, surca los mares con su radiante belleza. En mis sueños, Afrodita es mi musa, y yo la llevó, la llevo arrastrando por las aguas inmensas, sin paralelo del deseo. Soy un pez gordo, gordo, lleno de ansias, pleno de inspiración por conquistarla a ella; pero no soy el único. Ay no, ojalá lo fuera. Hay otro pez muy gordo, tan gordo o igual que yo, ancho de dicha futura por estar con ella. Sueño con ella y suelo darle mucha fuerza a mis sueños, fuerza que se convierte en energía para surcar esas aguas profundas e interminables. La mar ya no está serena, la mar está salpicada de ganas de conquista varonil por esa hembra indócil que es Afrodita. Que este sueño no termine, que jamás se agote, para que mis deseos crezcan y sepan dominarla, tenerla, poseerla, amarla para siempre; fuera ya del agua sin otro pez rival que quiera dominarla. Afrodita: óyeme, enloquezco por ti... Afrodita, Afrodita, Afrodita...¿en dónde estás?...Afrodita, escúchame, compréndeme... Tenme paciencia, Afrodita, Te amaré por siempre.