sábado, 28 de julio de 2012

S U B I R


Cuando camino, tropiezo;
vuelvo a intentar caminar,
y caigo;
lo intento, lo intento, lo intento,
pero algo indefinido me detiene:
algo pasa,
me digo,
algo serio sucede...
¿será que apenas tengo
seis meses de nacido?
Sólo que sea por eso...

miércoles, 25 de julio de 2012

TORMENTA ENAMORADA




A medianoche me busqué; y trasquilé dentro mi almohoada,
y no había nada en esa noche, y no encontre ni tu mirada.


La soledad ya me envolvía ahí,
como enquistado en triste almohada
y no miré ya para atrás
para no verme en tu mirada.


Toda la noche interpreté mil sueños de alcoba
en tu cuerpo de ausencias y pesadillas;
pero sólo me vi y no logré ni masticar
un poco tus curvas en la almohada.


Busqué por doquier y no encontré,
miré si veía tu torso en la ventana,
atisbé con cuidado a la montaña
pero todo era perverso silencio...
en la mañana...


Y por buscarté no encontré,
ni mi sombra mancillada,
por tus recuerdos penetré
y el dolor vino a mi mirada...


Sólo con llanto desperté
para cubrirte de extrañamientos,
sólo con llantos mastiqué
ya tus recuerdos por la ventana.


Todo era lluvia ese ayer,
en que hurgué por tus memorias
pero en mi mente no vivías
sólo morías, en la tormenta enamorada.

domingo, 22 de julio de 2012

JAZZ


JAZZ

Con los sonidos del jazz, guardó sensaciones nuevas;
tengo la impresión que caigo, pero no me hago daño;
tengo la impresión que pierdo, pero siempre me encuentro.


Canto con voz de renuevo, digo cosas: todo nuevo.
Cosas que acaso no apruebo, pero que remito a ver
con mucha calma y sosiego...


Tengo la paz en el alma, con el jazz en los oídos
siento que el viento es paz, calma, brillo intenso
mucho ruido, pero tranquilidad en el fondo
fuerte abrigo del espíritu...

sábado, 21 de julio de 2012

J A Z Z


JAZZ

Con los sonidos del jazz, guardó sensaciones nuevas;
tengo la impresión que caigo, pero no me hago daño;
tengo la impresión que pierdo, pero siempre me encuentro.


Canto con voz de renuevo, digo cosas: todo nuevo.
Cosas que acaso no apruebo, pero que remito a ver
con mucha calma y sosiego...


Tengo la paz en el alma, con el jazz en los oídos
siento que el viento es paz, calma, brillo intenso
mucho ruido, pero tranquilidad en el fondo
fuerte abrigo del espíritu...

S O M O S R I T M O


SOMOS RITMO

Alguien busca por ahí, y encuentro más de lo que esperaba. Si buscas paz, hayas dicha. Si buscas bulla, hayas bronca. Si buscas entendimiento, lograrás una ecuación. Pero si te falta aliento: no pares, no pares, corre, sigue en la larga brecha que tu camino es contento. Sólo con el ritmo adentro se vive y se sobrevive; sobreviviendo a los daños, daños normales del tiempo...


Pero no hagamos más olas, que el mar está muy contento, pleno, húmedo y lleno de vida pero en paz con el paisaje. Mientras haya esperanza es que hubo vida; y eso quiere decir que el oxígeno se cuela hasta el cerebro. Cosa que siempre celebro...


Gozo con tanto verte bailar. Gozo con sentir tu aliento. Gozo pues eres alimento para mi espíritu lento...


Gozo así, gozo mi vida, pues vives y eso celebro. Gozo cuando estás tan triste pues permites que te entregue mi aliento. Gozo por estar dormido.Gozo por estar despierto. Gozo aquí y gozo allá; gozo aunque no haya elemento que permita darle ánimos a mi mente y a mi aliento...

SOMOS RITMO


SOMOS RITMO

Alguien busca por ahí, y encuentro más de lo que esperaba. Si buscas paz, hayas dicha. Si buscas bulla, hayas bronca. Si buscas entendimiento, lograrás una ecuación. Pero si te falta aliento: no pares, no pares, corre, sigue en la larga brecha que tu camino es contento. Sólo con el ritmo adentro se vive y se sobrevive; sobreviviendo a los daños, daños normales del tiempo...


Pero no hagamos más olas, que el mar está muy contento, pleno, húmedo y lleno de vida pero en paz con el paisaje. Mientras haya esperanza es que hubo vida; y eso quiere decir que el oxígeno se cuela hasta el cerebro. Cosa que siempre celebro...


Gozo con tanto verte bailar. Gozo con sentir tu aliento. Gozo pues eres alimento para mi espíritu lento...


Gozo así, gozo mi vida, pues vives y eso celebro. Gozo cuando estás tan triste pues permites que te entregue mi aliento. Gozo por estar dormido.Gozo por estar despierto. Gozo aquí y gozo allá; gozo aunque no haya elemento que permita darle ánimos a mi mente y a mi aliento...

jueves, 19 de julio de 2012

"Con Alma de Blues" nuevo Blog: polloking2.blogspot.com: Nuevo Blog , nuevos links

"Con Alma de Blues" nuevo Blog: polloking2.blogspot.com: Nuevo Blog , nuevos links: los invito al nuevo Blog, con links renovados http://polloking2.blogspot.com.ar/

SEMBRANDO SUEÑOS

SEMBRANDO SUEÑOS

Muchas veces, atareada en lo mismo
recogiendo secas ramas para quemar
en vez de guardar como abono...

Cuántas veces, ocupada en escribir
en deleitar cada segundo mis ojos
con los dolores ajenos... es que a ratos
pareciera que nos gustara sufrir,
y nos acostumbramos tanto a él
que a veces lo extrañamos.

Tantas veces, viendo al sembrador...
con pensamientos ajenos a los míos...
¿qué será lo que atormenta su mente?
tal vez, sus manos ociosas no cumplieron
y dejaron los árboles a otros...
robaron la historia verde que tal vez
hubiese sido un huerto...

Tantas veces y son muchas...
en que sobre el cántaro donde la miel se esfumó
la pequeña abeja renunció...
y voló en silencio en búsqueda de otra fronda...

Y a pensamientos de verdores me entrego
tal vez mañana... cuando me quite las botas
y los sueños ya no existan... y callada camine
ya no sobre cardos y espinas... será alli... estoy segura
donde florecerán las amapolas de la vida nueva
donde los colibríes danzarán sobre las ramas
sin miedo a una honda, o a una cárcel...


Será allí donde estaré...
cultivaré todas las rosas pendientes...
mis jardines florecerán donde nadie enviará un verdugo
nadie arrancará de la tierra sus semillas
ni derribará los árboles que ya están hechos,
nadie sacará su macheta para tumbarle las ramas
porque para ese entonces...
las sierras que los mataron... serán nuestros verdugos
y cobrarán poco a poco, sin miedo ni temor
toda la soberbia de nuestros ojos, y toda la ira de nuestras manos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 19/12

SEMBRANDO SUEÑO, de Raquel Rueda Bohórquez.

SEMBRANDO SUEÑOS

Muchas veces, atareada en lo mismo
recogiendo secas ramas para quemar
en vez de guardar como abono...

Cuántas veces, ocupada en escribir
en deleitar cada segundo mis ojos
con los dolores ajenos... es que a ratos
pareciera que nos gustara sufrir,
y nos acostumbramos tanto a él
que a veces lo extrañamos.

Tantas veces, viendo al sembrador...
con pensamientos ajenos a los míos...
¿qué será lo que atormenta su mente?
tal vez, sus manos ociosas no cumplieron
y dejaron los árboles a otros...
robaron la historia verde que tal vez
hubiese sido un huerto...

Tantas veces y son muchas...
en que sobre el cántaro donde la miel se esfumó
la pequeña abeja renunció...
y voló en silencio en búsqueda de otra fronda...

Y a pensamientos de verdores me entrego
tal vez mañana... cuando me quite las botas
y los sueños ya no existan... y callada camine
ya no sobre cardos y espinas... será alli... estoy segura
donde florecerán las amapolas de la vida nueva
donde los colibríes danzarán sobre las ramas
sin miedo a una honda, o a una cárcel...


Será allí donde estaré...
cultivaré todas las rosas pendientes...
mis jardines florecerán donde nadie enviará un verdugo
nadie arrancará de la tierra sus semillas
ni derribará los árboles que ya están hechos,
nadie sacará su macheta para tumbarle las ramas
porque para ese entonces...
las sierras que los mataron... serán nuestros verdugos
y cobrarán poco a poco, sin miedo ni temor
toda la soberbia de nuestros ojos, y toda la ira de nuestras manos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 19/12

martes, 17 de julio de 2012

lunes, 16 de julio de 2012

CERTEZA


CERTEZA
Sí, me adhiero a la afirmación;
certera, certidumbre, luz que asoma a la mente
y que atisba en el mañana.

Cuidar la salud, ¿por qué no?
No desperdiciarla en celos,
darle vuelo a la pachanga y
alimentar un poco el ego;
nunca en demasía, todo en exceso
es vano; y es locura permanente
no ser autocrítico o tener el juicio
en mente si se trata de uno mismo.

Sólo así podré verte a la cara
aún después de la muerte.

ROJOS


ROJOS
Rubí en tus palabras,
diamantinas expresiones
que nos entregas
como colibrí bajo el agua.

Estamos como metales brillantes
Inseguros
Insolventes

Avril Lavigne Music Playlist, Avril Lavigne Songs at uWall.tv a Wall of Music

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viernes, 13 de julio de 2012

POLIZONTE


POLIZONTE
Ver de pronto llegar,
como sin hálito o aliento
a una persona obesa,
bastante ligera de pies,
cruzar la puerta.

Ver de pronto, llegar,
casi sin fuerzas,
a ese polizonte
pasar todas las fronteras;
verlo, y no hacer nada,
sólo verlo, verlo solo
y atisbar cómo reúne
todas las miradas
en torno suyo.

Ver de pronto llegar,
verlo con su mirada de pillo
sonriendo, muy nervioso;
pero sin saber acaso
que esa sería la causa
de nuestra desventura.


Ver de pronto,
en la memoria
cómo llegaba aquél,
el polizonte de nuestras desdichas;
verlo subir al barco
y no hacer nada por detenerlo….

jueves, 12 de julio de 2012

NAVEGANTES

NAVEGANTES/ A Benjamín Araújo M

Aquí vamos compadre... paso a paso
no es tan lento el andar, cuando el camino divisamos
más qué pronto dejamos, lo que nos animó el paso,
y viendo tanto bagazo sí que me duelen las corvas
más con el remo yo empujo, del agua que nos estorba.

La corriente del momento, no es tan altanera...
pero aunque a mí me corriera, hoy me apetece es un guaro...
vamos y lo tomamos, que hoy no es un día cualquiera
por aquí ya van 200 sones... y un pentagrama aún en blanco...

Ya los peñazcos se hundieron... pero aún flota la barca...
aquí vamos... despacio pero con paso de gigantes...
nos empujamos de a poco... nos ayudamos de a ratos...
pero siempre sonreímos, cuando nos damos la mano.

Aquí vamos compadre... ya estoy viendo la cuesta...
diviso tu Capulhuac con su cabellera suelta
donde perfuman las flores siempre... cualquier madrugada
y se sirven chiles frescos, con muy buena ensalada.

Dame de tu tequila, que me huele a caña...
la de mis selvas ardientes con sabor a montaña
y brindemos por los dos... los demás que por hoy se jodan...
nosotros seguiremos navegando... hoy que están quietas las olas.

¡¡Salud compadre!!



RAQUEL BOHÓRQUEZ RUEDA.

REMEMORAR


REMEMORAR

Es la hora precisa de recordar a quienes ya se fueron;
es hora de la ingrata nostalgia, no grata, pero necesaria
es la hora, sí, la hora, de reconocerá quienes ya se adelantaron
debido a que tocó para ellos la hora de morir.

Busquemos en sus ojos de cadáver, sus recuerdos;
busquemos en su memoria yerta las oportunidades
que no se consiguieron, busquemos, busquemos,
busquemos siempre, paso a paso, busquemos
pues sucede que su huella ha quedado viva,
perenne, en nuestros corazones…

Tendremos que ir a donde nos prometieron
que llegaríamos todos, desde nuestras infancias
y adolescencias cristianas; tendríamos que llegar
para saberlo todo y conocer de las promesas
cumplidas y de los mandatos divinos…

Conocer a ¡la divinidad! Y saber si es correcto
el verbo “conocer” o hay que inventar uno nuevo
que nos muestre lo que deberemos decir
al enfrentar a Eso…

miércoles, 11 de julio de 2012

TRES POEMAS DE EFRAÍN HUERTA

BUENOS DÍAS A DIANA CAZADORA

Muy buenos días, laurel, muy buenos días, metal, bruma y silencio.
Desde el alba te veo, grandiosa espiga, persiguiendo a la niebla,
y eres, en mi memoria, esencia de horizonte, frágil sueño.
Olaguíbel te dio la perfección del vuelo y el inefable encanto de estar quieta,
serena, rodilla al aire y senos hacia siempre, como pétalos
que se hubiesen caldo, mansamente, de la espléndida rosa de toda adolescencia.

Muy buenos días, oh selva, laguna de lujuria, helénica y ansiosa.
Buenos días en tu bronce de violetas broncíneas, y buenos días, amiga,
para tu vientre o playa donde nacen deseos de espinosa violencia.
¡Buenos días, cazadora,.flechadora del alba, diosa de los crepúsculos!
Dejo a tus pies un poco de anhelo juvenil y en tus hombros, apenas,
abandono las alas rotas de este poema.
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ÉSTE ES UN AMOR


Éste es un amor que tuvo su origen
y en un principio no era sino un poco de miedo
y una ternura que no quería nacer y hacerse fruto.
Un amor bien nacido de ese mar de sus ojos,
un amor que tiene a su voz como ángel y bandera,
un amor que huele a aire y a nardos y a cuerpo húmedo,
un amor que no tiene remedio, ni salvación,
ni vida, ni muerte, ni siquiera una pequeña agonía.

Éste es un amor rodeado de jardines y de luces
y de la nieve de una montaña de febrero
y del ansia que uno respira bajo el crepúsculo de San Ángel
y de todo lo que no se sabe, porque nunca se sabe
por qué llega el amor y luego las manos
- esas terribles manos delgadas como el pensamiento -
se entrelazan y un suave sudor de - otra vez - miedo,
brilla como las perlas abandonadas
y sigue brillando aun cuando el beso, los besos,
los miles y millones de besos se parecen al fuego
y se parecen a la derrota y al triunfo
y a todo lo que parece poesía - y es poesía.

Ésta es la historia de un amor con oscuros y tiernos orígenes:
vino como unas alas de paloma y la paloma no tenía ojos
y nosotros nos veíamos a lo largo de los ríos
y a lo ancho de los países
y las distancias eran como inmensos océanos
y tan breves como una sonrisa sin luz
y sin embargo ella me tendía la mano y yo tocaba su piel llena de gracia
y me sumergía en sus ojos en llamas
y me moría a su lado y respiraba como un árbol despedazado
y entonces me olvidaba de mi nombre
y del maldito nombre de las cosas y de las flores
y quería gritar y gritarle al lado que la amaba
y que yo ya no tenía corazón para amarla
sino tan sólo una inquietud del tamaño del cielo
y tan pequeña como la tierra que cabe en la palma de la mano.

Y yo veía que todo estaba en sus ojos - otra vez ese mar -,
ese mal, esa peligrosa bondad,
ese crimen, ese profundo espíritu que todo lo sabe
y que ya ha adivinado que estoy con el amor hasta los hombros,
hasta el alma y hasta los mustios labios.
Ya lo saben sus ojos y ya lo sabe el espléndido metal de sus muslos,
ya lo saben las fotografías y las calles
y ya lo saben las palabras - y las palabras y las calles y las fotografías
ya saben que lo saben y que ella y yo lo sabemos
y que hemos de morirnos toda la vida para no rompernos el alma
y no llorar de amor.
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DECLARACIÓN DE AMOR


Ciudad que llevas dentro
mi corazón, mi pena,
la desgracia verdosa
de los hombres del alba,
mil voces descompuestas
por el frío y el hambre.

Ciudad que lloras, mía,
maternal, dolorosa,
bella como camelia
y triste como lágrima,
mírame con tus ojos
de tezontle y granito,
caminar por tus calles
como sombra o neblina.

Soy el llanto invisible
de millares de hombres.

Soy la ronca miseria,
la gris melancolía,
el fastidio hecho carne.
Yo soy mi corazón desamparado y negro.

Ciudad, invernadero,
gruta despedazada.

Bajo tu sombra, el viento del invierno
es una lluvia triste, y los hombres, amor,
son cuerpos gemidores, olas
quebrándose a los pies de las mujeres
en un largo momento de abandono
-como nardos pudriéndose.

Es la hora del sueño, de los labios resecos,
de los cabellos lacios y el vivir sin remedio.

Pero si el viento norte una mañana,
una mañana larga, una selva,
me entregara el corazón desecho
del alba verdadera, ¿imaginas, ciudad,
el dolor de las manos y el grito brusco, inmenso,
de una tierra sin vida?
Porque yo creo que el corazón del alba
en un millón de flores,
el correr de la sangre
o tu cuerpo, ciudad, sin huesos ni miseria.

Los hombres que te odian no comprenden
cómo eres pura, amplia,
rojiza, cariñosa, ciudad mía;
cómo te entregas, lenta,
a los niños que ríen,
a los hombres que aman claras hembras
de sonrisa despierta y fresco pensamiento,
a los pájaros que viven limpiamente
en tus jardines como axilas,
a los perros nocturnos
cuyos ladridos son mares de fiebre,
a los gatos, tigrillos por el día,
serpientes en la noche,
blandos peces al alba;
cómo te das, mujer de mil abrazos,
a nosotros, tus tímidos amantes:
cuando te desnudamos, se diría
que una cascada nace del silencio
donde habitan la piel de los crepúsculos,
las tibias lágrimas de los relojes,
las monedas perdidas,
los días menos pensados
y las naranjas vírgenes.

Cuando llegas, rezumando delicia,
calles recién lavadas
y edificios-cristales,
pensamos en la recia tristeza del subsuelo,
en lo que tienen de agonía los lagos
y los ríos,
en los campos enfermos de amapolas,
en las montañas erizadas de espinas,
en esas playas largas
donde apenas la espuma
es un pobre animal inofensivo,
o en las costas de piedra
tan cínicas y bravas como leonas;
pensamos en el fondo del mar
y en sus bosques de helechos,
en la superficie del mar
con barcos casi locos,
en lo alto del mar
con pájaros idiotas.

Yo pienso en mi mujer:
en su sonrisa cuando duerme
y una luz misteriosa la protege,
en sus ojos curiosos cuando el día
es un mármol redondo.
Pienso en ella, ciudad,
y en el futuro nuestro:
en el hijo, en la espiga,
o menos, en el grano de trigo
que será también tuyo,
porque es de tu sangre,
de tus rumores,
de tu ancho corazón de piedra y aire,
de nuestros fríos o tibios,
o quemantes y helados pensamientos,
humildades y orgullo, mi ciudad,

Mi gran ciudad de México:
el fondo de tu sexo es un criadero
de claras fortalezas,
tu invierno es un engaño
de alfileres y leche,
tus chimeneas enormes
dedos llorando niebla,
tus jardines axilas la única verdad,
tus estaciones campos
de toros acerados,
tus calles cauces duros
para pies varoniles,
tus templos viejos frutos
alimento de ancianas,
tus horas como gritos
de monstruos invisibles,
¡tus rincones con llanto
son las marcas de odio y de saliva
carcomiendo tu pecho de dulzura!
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(párrafo con error)...

DE ALTAMAR...
...



Acaso sea mala vibra, cantar pese a lo que pasa;
pero no, queda la casta para soportar de todo
males viejos, nuevos males y desprendimientos
ajenos que nunca los maldecimos ni tampoco
los quisimos; pero que llegaron solos y nuestras
vidas anidan como buscando guardarse de otras
calamidades.

ALTAMAR




ALTAMAR

Siempre estaré mirándote a los ojos
pero ya no te veo desde que te alejaste
será que soy un marino enamorado
pues sí, es verdad, el amor me ha tocado.

Navego bien, navego en travesía,
siempre con el alma puesta en tu recuerdo;
sólo me veo, y solo estoy, atento
pues el mar es capaz de tragarte
y hacerte olvidar, ola tras ola.

Ahogarse en su propia salsa
es morir porque se quiso;
es aprender que el destino
no desolla, pero mata.

Aventurarse a vivir, pese a todos los pesares,
es ya no ver azares, ni siquiera conjeturas
es desprender aventuras de los males padecidos
es ver a los males, idos; y a la fortuna juntarse.

Acaso sea mala vibra, cantar pese a lo que pasa;
pero no, queda la casta para soportar de todo
males viejos, nuevos males y desprendimientos
ajenos que nunca los maldecimos ni tampoco
los quisimos; pero que llegaron solos y nuestras
vidas anidan como buscando guardarse de otras
calamidades.

Vuelvo a mirarte a los ojos,
solo y en mi pensamiento,
pero se muy bien acaso
que si te quiero no miento,
aunque tus ojos existan
nomás aquí en mi cerebro.

POEMAS DE MIGUEL HERnÄNDEZ


POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ


LAS ABARCAS DESIERTAS

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.


Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.

Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

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VIENTOS DEL PUEBLO ME LLEVAN


Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me avientan la garganta.


Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.

No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de águilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los páramos de España.
¿Quién habló de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
¿Quién ha puesto al huracán
jamás ni yugos ni trabas,
ni quién al rayo detuvo
prisionero en una jaula?

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.
Crepúsculo de los bueyes
está despuntando el alba.

Los bueyes mueren vestidos
de humildad y olor de cuadra:
las águilas, los leones
y los toros de arrogancia,
y detrás de ellos, el cielo
ni se enturbia ni se acaba.
La agonía de los bueyes
tiene pequeña la cara,
la del animal varón
toda la creación agranda.

Si me muero, que me muera
con la cabeza muy alta.
Muerto y veinte veces muerto,
la boca contra la grama,
tendré apretados los dientes
y decidida la barba.


Cantando espero a la muerte,
que hay ruiseñores que cantan
encima de los fusiles
y en medio de las batallas.

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EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.


Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.


Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombre jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

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EL ÚLTIMO RINCÓN

El último y el primero:
rincón para el sol más grande,
sepultura de esta vida
donde tus ojos no caben.

Allí quisiera tenderme
para desenamorarme.

Por el olivo lo quiero,
lo persigo por la calle,
se sume por los rincones
donde se sumen los árboles.

Se ahonda y hace más honda
la intensidad de mi sangre.


Los olivos moribundos
florecen en todo el aire
y los muchachos se quedan
cercanos y agonizantes.

Carne de mi movimiento,
huesos de ritmos mortales:
me muero por respirar
sobre vuestros ademanes.

Corazón que entre dos piedras
ansiosas de machacarte,
de tanto querer te ahogas
como un mar entre dos mares.
De tanto querer me ahogo,
y no me es posible ahogarme.

Beso que viene rodando
desde el principio del mundo
a mi boca por tus labios.
Beso que va a un porvenir,
boca como un doble astro
que entre los astros palpita
por tantos besos parados,
por tantas bocas cerradas
sin un beso solitario.

¿Qué hice para que pusieran
a mi vida tanta cárcel?

Tu pelo donde lo negro
ha sufrido las edades
de la negrura más firme,
y la más emocionante:
tu secular pelo negro
recorro hasta remontarme
a la negrura primera
de tus ojos y tus padres,
al rincón de pelo denso
donde relampagueaste.

Como un rincón solitario
allí el hombre brota y arde.

Ay, el rincón de tu vientre;
el callejón de tu carne:
el callejón sin salida
donde agonicé una tarde.

La pólvora y el amor
marchan sobre las ciudades
deslumbrando, removiendo
la población de la sangre.

El naranjo sabe a vida
y el olivo a tiempo sabe.
Y entre el clamor de los dos
mis pasiones se debaten.

El último y el primero:
rincón donde algún cadáver
siente el arrullo del mundo
de los amorosos cauces.

Siesta que ha entenebrecido
el sol de las humedades.

Allí quisiera tenderme
para desenamorarme.

Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, nadie.

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A MI HIJO

Te has negado a cerrar los ojos, muerto mío,
abiertos ante el cielo como dos golondrinas:
su color coronado de junios, ya es rocío
alejándose a ciertas regiones matutinas.

Hoy, que es un día como bajo la tierra, oscuro,
como bajo la tierra, lluvioso, despoblado,
con la humedad sin sol de mi cuerpo futuro,
como bajo la tierra quiero haberte enterrado.

Desde que tú eres muerto no alientan las mañanas,
al fuego arrebatadas de tus ojos solares:
precipitado octubre contra nuestras ventanas,
diste paso al otoño y anocheció los mares.

Te ha devorado el sol, rival único y hondo
y la remota sombra que te lanzó encendido;
te empuja luz abajo llevándote hasta el fondo,
tragándote; y es como si no hubieras nacido.

Diez meses en la luz, redondeando el cielo,
sol muerto, anochecido, sepultado, eclipsado.
Sin pasar por el día se marchitó tu pelo;
atardeció tu carne con el alba en un lado.

El pájaro pregunta por ti, cuerpo al oriente,
carne naciente al alba y al júbilo precisa;
niño que sólo supo reir, tan largamente,
que sólo ciertas flores mueren con tu sonrisa.


Ausente, ausente, ausente como la golondrina,
ave estival que esquiva vivir al pie del hielo:
golondrina que a poco de abrir la pluma fina,
naufraga en las tijeras enemigas del vuelo.

Flor que no fue capaz de endurecer los dientes,
de llegar al más leve signo de la fiereza.
Vida como una hoja de labios incipientes,
hoja que se desliza cuando a sonar empieza.

Los consejos del mar de nada te han valido...
Vengo de dar a un tierno sol una puñalada,
de enterrar un pedazo de pan en el olvido,
de echar sobre unos ojos un puñado de nada.

Verde, rojo, moreno: verde, azul y dorado;
los latentes colores de la vida, los huertos,
el centro de las flores a tus pies destinado,
de oscuros negros tristes, de graves blancos yertos.

Mujer arrinconada: mira que ya es de día.
(¡Ay, ojos sin poniente por siempre en la alborada!)
Pero en tu vientre, pero en tus ojos, mujer mía,
la noche continúa cayendo desolada.

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TODO ERA AZUL

Todo era azul delante de aquellos ojos y era
verde hasta lo entrañable, dorado hasta muy lejos.
Porque el color hallaba su encarnación primera
dentro de aquellos ojos de frágiles reflejos.


Ojos nacientes: luces en una doble esfera.
Todo radiaba en torno como un solar de espejos.
Vivificar las cosas para la primavera
poder fue de unos ojos que nunca han sido viejos.

Se los devoran. ¿Sabes? No soy feliz. No hay goce
como sentir aquella mirada inundadora.
Cuando se me alejaba, me despedí del día.

La claridad brotaba de su directo roce,
pero los devoraron. Y están brotando ahora
penumbras como el pardo rubor de la agonía.

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YO NO QUIERO MÁS LUZ QUE TU CUERPO ANTE EL MÍO

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda..

¿Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.

No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.

Claridad sin posible declinar. Suma esencia
del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud. Limpidez. Claridad. Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.

Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul. Noche clara. Sombra clara que vienes.

Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.

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ELEGÍA A RAMÓN SIJÉ

(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
a quien tanto quería)

Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.

Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas

daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado
que por doler me duele hasta el aliento.

Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.


No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.

Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.

No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.

En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.

Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.

Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera

de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.


Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irá a cada lado
disputando tu novia y las abejas.

Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.

A las ladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

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MUERTE NUPCIAL

El lecho, aquella hierba de ayer y de mañana:
este lienzo de ahora sobre madera aún verde,
flota como la tierra, se sume en la besana
donde el deseo encuentra los ojos y los pierde.

Pasar por unos ojos como por un desierto:
como por dos ciudades que ni un amor contienen.
Mirada que va y vuelve sin haber descubierto
el corazón a nadie, que todos la enarenen.

Mis ojos encontraron en un rincón los tuyos.
Se descubrieron mudos entre las dos miradas.
Sentimos recorrernos un palomar de arrullos,
y un grupo de arrebatos de alas arrebatadas.

Cuanto más se miraban más se hallaban: más hondos
se veían, más lejos, y más en uno fundidos.
El corazón se puso, y el mundo, más redondos.
Atravesaba el lecho la patria de los nidos.

Entonces, el anhelo creciente, la distancia
que va de hueso a hueso recorrida y unida,
al aspirar del todo la imperiosa fragancia,
proyectamos los cuerpos más allá de la vida.

Espiramos del todo. ¡Qué absoluto portento!
¡Qué total fue la dicha de mirarse abrazados,
desplegados los ojos hacia arriba un momento,
y al momento hacia abajo con los ojos plegados!

Peron no moriremos. Fue tan cálidamente
consumada la vida como el sol, su mirada.
No es posible perdernos. Somos plena simiente.
Y la muerte ha quedado, con los dos, fecundada.



A L T A M A R


ALTAMAR

Siempre estaré mirándote a los ojos
pero ya no te veo desde que te alejaste
será que soy un marino enamorado
pues sí, es verdad, el amor me ha tocado.

Navego bien, navego en travesía,
siempre con el alma puesta en tu recuerdo;
sólo me veo, y solo estoy, atento
pues el mar es capaz de tragarte
y hacerte olvidar, ola tras ola.

Ahogarse en su propia salsa
es morir porque se quiso;
es aprender que el destino
no desolla, pero mata.

Aventurarse a vivir, pese a todos los pesares,
es ya no ver azares, ni siquiera conjeturas
es desprender aventuras de los males padecidos
es ver a los males, idos; y a la fortuna juntarse.

Acaso sea mala vibra, cantar pese a lo que pasa;
pero no, queda la casta para soportar de todo
males viejos, nuevos males y desprendimientos
ajenos que nunca los maldecimos ni tampoco
los quisimos; pero que llegaron solos y nuestras
vidas anidan como buscando guardarse de otras
calamidades.

Vuelvo a mirarte a los ojos,
solo y en mi pensamiento,
pero se muy bien acaso
que si te quiero no miento,
aunque tus ojos existan
nomás aquí en mi cerebro.