sábado, 22 de diciembre de 2012

FELIZ FUTURO


FELIZ FUTURO
Los tiempos pasan,
los calendarios caen
y las hojas de los árboles también.

Las aves cambian su plumaje
y nosotros, los hombres,
vivimos con la esperanza
puesta en un futuro óptimo,
algo mejor que los que nos ocurrió hoy,
en el año que termina;
somos árboles que, a veces,
nos sabemos mudar de hojas
y de hábitos, menos;
somos aves que solemos
no emigrar,
aunque el clima lo imponga.

Pese a todo,
a nuestros pies crecen
musgos de esperanza,
año con año miramos
con fe hacia el horizonte:
¡¡¡bienvenido año nuevo, bienvenido!!!

LA MUERTE


LA MUERTE

La muerte es el olvido.
Entonces la capacidad
que tengamos de mantener el recuerdo,
el tiempo que podamos hacerlo,
es nuestra única
victoria sobre la muerte”.
Carlos Fuentes Macías.
Recordemos por siempre,
hagamos reivir a nuestros muertos.
Mantengamos prendida esa antorcha
de vida que es el recuerdo vital
para los fallecidos;
sólo el olvido mata,
sólo la falta de memoria duele,
sólo crea heridas y resquemores olvidar
para siempre.

Y sólo si mantenemos esa vela prendida
Estaremos prendados a nuestros muertos
pues sólo de ese modo les daremos vida
para que resuciten en nuestra mente
siempre…siempre…siempre…
cada momento de recuerdo
es una lámpara votiva
para hacer vitalicios
a nuestros difuntos.

Guardemos en nuestros corazones
la llama del recuerdo,
no permitamos que ese fuego se apague
dejémos abrazar por los recuerdos
seamos antorchas encendidas
por siempre, siempre, siempre…

Mi hermano, Carlos; mi madre,
Guadalupe; mi padre, Adolfo;
mis abuelos paternos, Rafael y Dolores;
mis abuelos maternos, Teodoro y Elodia:
mis tías paternas: Carmela, Lupita y Gelo;
mis tías maternas: Ofelia y Graciela…

Todo mi panteón personal,
que huele a incienso…es, vive, permanece,
porque lo pienso y porque lo recuerdo.

Mis tías y tíos políticos: Esperanza, Jesús,
Alberto; y mis mentores y amigos:
Heriberto, Rodolfo, Alejandro, Jorge Raúl,
Arturo, Enriqueta, Hernán…viven, vivirán
para siempre, en este florilegio de memoria
que es la memoriosa resurrección de los
seres queridos.

    

PRINCIPIOS


P R I N C I P I O S

Desde la luz del alba de los tiempos
mi soledad se oculta en el silencio.
Tanta promesa advierto en el paisaje
que a la carne y la piel hace testigos.

Nada puede ofrendarse desde el caos
sino la filiación del mar,
la traición del desierto,
la selva como abrigo,
la desnudez del viento
y las montañas todas para orar.

No se ora en el litigio del hermano,
ni se apetece el caos con la mirada.
Sólo valen los cantos cuando se ama;
la eternidad de verme en esos ojos,
la suavidad del tacto en esos muslos,
el cuerpo en paz sin guerra en otros cuerpos.

Este volátil disco en que viajamos
desconoce la pobreza de huesos
que cargamos, cargamos y un día
hemos de abandonar en sitio yermo.

Esta nave intranquila que creemos
haber creado y nos crió
padece sin saber lo que somos,
y hacemos, en este caminar
de luna llena en noches incansables
en que las pieles arden
y se ofrendan
mientras dejamos
que el paisaje se caiga de nostalgia
y la lluvia
busque comprenderle en sus cuitas
y amarle y estrecharle.



I

Esa tristeza amarga por lo que no he vivido,
me pone en la nostalgia de otros besos,
en tanto nos besamos.

Tomé por la ventana al horizonte
y puse en el buzón otros recuerdos
para olvidar mi ausencia de mañana.

La noche es otra cosa con tus cartas.
Sale el sol más temprano
y una flor desde el suelo
se levanta y me besa.




II

Un libro se abre al centro y, al margen
de sus líneas, me miras y me inventas;
dos párrafos delante, melancólico,
me asomo a aquél cajón de la nostalgia
y logro desdoblarte y tenerte
mientras sueño.

Despierto y ya no estás.
Tal vez nunca estuviste;
y el libro que miramos,
cada quien en su "allá"
casualmente era el mismo.



III

Como me faltan manos cuando veo que te fuiste,
como me faltan ojos para ya no mirarte,
como me sobra el tiempo que perdí sin buscarte
y que pocos son mis índices para poder negarte.



IV

La pena en otro tiempo empañaba el delirio,
pero la entrega diaria se empeña en el ocaso
por ya no hacer escándalo, ni gritar;
se desviste, convierte todo en calma
un horizonte alado con su ruta y sus besos.
La entrega cotidiana parece un mueble triste
que un paño de sabores quita el polvo,
acurruca, acomoda, apapacha y desnuda.
Todo se ve tan fácil desde el rincón simplón
del amor que me has dado,
que mañana en la calle levanto la banqueta,
pongo a todos al sol
¡y que canten los mustios!
Nada que aquí se mire tendrá que ser en vano;
las tardes son iguales desde que tú naciste,
pero no son las mismas, y hasta cambia el país
si tú amaneces triste.



V

Después de ser tan fácil qué complejo es quererte,
me dijiste, mujer, ya muy de noche, un día;
me hiciste oler la luna y escuchar esas nubes
que son siempre más densas, muy oscuras y frías;
reflejos obtuvimos sólo en veces, a ratos,
en cambio fueron amplios momentos de agonía
los de la oscura ausencia;
supe entonces dispar acaecer cotidiano:
los lagos son momentos;
eternidad, en cambio, la soledad oceánica.




VI

Hay que amar como el mar, con ruido y sobresalto.
No tiene caso hacerlo pensando en el desierto
pues si se ama con olas, naufragios y honda calma
tendrà sentido luego arremeter las playas,
volcarse en arrecifes,
hundirse entre corales,
viajar lleno de peces, agonizar islotes
y vomitar lombrices.

Encallar: otra forma de exasperar al tedio.
El amor que se atreve, hace olas, trasciende,
porque su liquidez es siempre flor y canto.



VII

Corsarios atracaron en el viento,
la soledad en bóvedas de espasmo
retornaba al averno, el fuego derrotado
calmaba sus visiones danzarias
mientras todo anunciaba el final
con trompetas apocalípticas.

El corazón del hombre, sordo,
tranquilo, mudo,
ciego, decepcionado,
quebrantados sus huesos,
volvió al embrujo solo.

Detrás de las montañas,
caverna adentro,
una planta sin flor
ni fruto,
fuera de la tierra
seca,
sin aliento,
yace.



(DEL LIBRO "APETENCIAS", 1999).

domingo, 2 de diciembre de 2012

TRES POETAS CHILENOS


Tres poetas chilenos
William Faulkner desde su tumba
Jaime Valdivieso
Hoy escucho voces desde lejos
Leves pisadas que se acercan
Son los que caminan por el cementerio
Los que buscan a la muerte como amiga
Yo sé que en vida pocos me quisieron
Decían que era un borracho
Que salía a cazar con los negros
Me importa un carajo lo que digan
La mayoría de estos son los
Hipócritas protestantes
Que nada sabían de la vida
Y menos de la muerte.
Ya pueden irse al carajo
Y ocuparse de su propio culo.
Claro que seguí cazando con los negros
Y bebiendo whisky con ellos
No sólo me odiaban por esto
Sino por felicitar a un vendedor de diarios
Por decir que era comunista
Y tener el coraje de decir lo que era.
Se pueden ir tranquilamente al carajo.
En días pasado vino un joven
De un país del sur de Latinoamérica
Venía con su mujer y se sentó junto a mi tumba
Y habló en silencio
sobre mis libros y sus propios sueños
Que a él le bastaría dejar sólo
Unas pocas líneas
Que lo salvaran del tiempo y el olvido
No quería más que eso
Lo vi recogido sobre sí mismo
Como si estuviera hablándome
Más acá de mi muerte
Y sin pensar que yo lo escuchaba.
Pelambre
Carmen Berenguer
A mi madre
Mis gruesas hebras
salieron rudas y con ahínco porque tenían que nacerme
crines  a que domara mi estancia
No hubo peine que cardara a diario el desafío
de crecer la mata negra
Mis enredos en ondas cerdas ululando el viento
En temporales de húmedas marañas que al desenredarlas
la lluvia lloraba dentro
Mi peineta no entraría a mi selva negra
que ordenara su resistencia
a cualquier amarra que llevara
a mi vera
a mi chascona
Temprano estas mil cerdas
no arruinarían mis gruesos ondulados 
azabaches e irrespetuosos de una noche sin destino
fue esta mata invertebrada de revueltos azulejos huecos
de un ramaje postrero
Y su espesor una especie de orgullo
de ancestros originarios
Me lo gritaban a la vera del camino
India! con sorna perpleja de arrebatos
diurnos
Mis metálicas crinches iban más allá de su existencialismo
Metafísico, lejos del modernismo,
más bien parece un ramo decadentista 
El maltrato a mi pelo iba más allá  de su desacato 
a la obsesión de ser puro pelambre
o quién hendía un peine en mi revoltijo de noche
rabias ajenas en tal desenredo
Que de tanto encono me eché aceite de comer
a fin de desenredar la melancolía
que iba alojándose en el cuerpo
Y mirando mis cadejos de plata con cierto reproche
le unté linaza y cerveza para suavizar la melcocha
La loca del parque me lo manoseaba
como vieja callejera recitando un mantra
lindo!
lindo!
pelo!
pelo!
Con el tiempo me acostumbré a dar que mirar
Mis lijas torpes al perder las cejas y el incipiente bigote
que sin asunto se alisaba planchadito
sin asunto se encrespaba de arrebato
o era un Volcán eléctrico de lava ardiente
o un Arrayán Florido porque sí
al rato se ponía Ópalo porque no 
luego enrizaba el bosque y
ni un diente
un pinche
una amarra
libre caía la ramada en la siena
mamita hay piojos en mi pelo
muchos piojos
y me pusieron parafina 
dormí con la cabeza amarrada
que al prender un fósforo
habría iluminado la cuadra
mamita hay piojos en mi pelo
me echaron creolina
y dormí la noche con olor a baño de la plaza
mamita tengo piojos
y a la mañana al sol me sacaron 
cuatrocientas liendres y 
piojos
y piojos
caían al recipiente con agua 
mamita! Los piojos arrancaron por el cuello
mamita no quiero mi pelo
mamita no quiero ocuparme de mis crenchas
Y unas cerdas se enredaron en mis pies
danzando
danzaban
y danzan
y entonces el profesor ruso miró
mis rodillas
apuntó a mis rodillas
como prontuarios de vida raquítica
Furtivamente había huido la niña
y me había gibado ocultando mis mudanzas corporales 
hacia el despertar de la muchacha
Sin darme cuenta
mi cola de greda iba de un lado para otro
sin corpiño y sin refajo 
Mis tetas no eran tan crecidas como para no jugar a la pelota
con los puercos de la esquina
mis pies eran ligeros rápidos en danzas rusas
aquí debajo del ala de la iglesia de la calle
di patadas a las canillas de los cabros
Entonces me pasé la juventud en el cine de la cuadra
El cine de postguerra y mi pelo resentido fueron amantes de la imagen
Mientras veía desnudarse a la B.B. en
Y dios creó a la mujer 
Yo continuaba trenzando nerviosa tal desparpajo corporal
Mientras Sofía Loren y su hija
eran violadas en una iglesia abandonada
por una soldadera en Dos mujeres
yo estiraba alerta mis rulos en la oscuridad
y quedaron las mechas tiesas en la desesperación
Mientras veía cómo jugaba con los plumones de la burguesía
Marcelo Mastroiani en la Dolce Vita
yo me había cortado la trenza y comenzaba a copiar
la moda europea y gringa en mi gruesa pelambre subdesarrollada
y la compleja relación entre plancharlo y/o escarmenarlo
La distancia solemne entre el peinado gato ordeñado a punta que
saltara a mi cuello encima de la oreja
Y la alarma secreta de la noche una media la cubría enterita
pegadita al rostro la guedeja lisa
De qué les hablo de esta testera que es mi sorna
cuando me acompañaba larga la greña por las noches
ayudándome a esconder el rostro travieso a que me dijeran un día que
pelaba los dientes cuando soltaba el trapo.
El tiempo que sueña. Que soñamos que nos sueña
Elicura Chihuailaf
La Palabra surge de la Naturaleza
y retorna al inconmensurable Azul
desde donde nos alegra y nos consuela
Cuando la Palabra cree / imagina
    interrogarse
no es sino lo innombrado que la interroga
    para sacudirla
para desempolvarla, para intentar
    devolverle su brillo original
¿Para qué entonces el deseo
    de decirlo todo
si, como en un tejido, el Ahora
    –en el tiempo circular–
    existe y se completa
con las hebras del ayer y del mañana?
Así nos dice el tiempo que sueña
    que nos sueña. Que soñamos.

lunes, 26 de noviembre de 2012

CLAUDIO DE ALAS (1886-1919), Harold Alvarado Tenorio


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Claudio de Alas
Gilberto Freyre demostró en Casa Grande y Senzala (1933) como los africanos enajenados a América fueron más cultos que sus amos “blancos”. En las Senzalas languidecieron médicos, poetas, estrategas, ebanistas, arquitectos, filósofos, ingenieros y sabias mujeres que transmitieron a los hijos de los explotadores el placer de los alimentos, la danza y el cuerpo. Melodías, pucheros, cama, todo delata nuestra negritud. Para muestra varios botones: Machado de Assis, Lezama Lima, Elvis Presley, Martin Luther King, Gabriel García Márquez, Frank Sinatra, Jorge Amado y sin duda, el mismísimo biógrafo del atroz redentor Lazarus Morel.
Si a  José Hernández “Matraca” debemos el gauchaje,  a Bartolomé José Crespo, un gallego apodado Creto Gangá, las prosodias y sintaxis de Guillén y Ballagas al reinventar los lenguajes de los barracones  bozales y cabildos congos, que prolongarían Pales Matos, Martán Góngora, Cesaire, Pepin o Mateo Morrison.
A esa raza y estirpe pertenece el colombiano Claudio de Alas [1886-1919]. Según todas las crónicas, Jorge Escobar Uribe habría nacido en Tunja en el seno de una familia de numerosos parientes: su padre fue ingeniero de caminos, uno de sus hermanos, general y jefe del estado mayor, otro senador de la república liberal, etc., y muerto en un pueblito de la Provincia de Buenos Aires. En su bien temprana juventud padeció la Guerra de los mil días, y luego viajó por Ecuador, Perú, Chile y Argentina. En Centroamérica, donde hizo parte del ejército que intentó recuperar la soberanía de Panamá, escribió para El Imparcial; en Chile, entre 1906 y 1916 publicó Salmos de muerte y pecadoFuego y tinieblas o el drama de la legación alemana [Santiago de Chile, 1909], y una biografía de Arturo Alessandri. En Buenos Aire El cansancio de Claudio Alas, Visiones y realidades y la novela La herencia de la sangre [ 1919].
Alas, que participó en los Juegos Florales de Chile que ganó Gabriela Mistral con los Sonetos de la muerte en 1914, obtuvo un accésit con un Salmo de amor, en castellano antiguo. Su fama de bohemio elocuente parsifaliano fue apenas comparable a su insaciable lujuria gástrica y etílica, que ejercía en Coppola Splendid, un restaurante donde ganó más de una vez el concurso del mayor comensal de su tiempo al ingurgitarse sin piedad mas de diez platos y no pagar la cuenta.
Rendido admirador de Rubén Darío, en 1916 intervino en uno de los homenajes al cantor, e incluso llegó a murmurarse que estaba neciamente enamorado del nicaragüense [tres años antes (25-01-1913), había escrito al idolatrado: “Poned entre las mías vuestra mano; y vos, como el Hércules; y yo, como el Efebo, a través de la ausencia y la distancia, conozcámonos”].
El 6 de Diciembre de 1917 la revista Sucesos anunció, con estos versos, su partida:
Abandonando el rincón
de esta urbe santiaguina,
en Alas de la ilusión
partió Claudio a la Argentina.
La Buenos Aires de Yrigoyen poco pudo ofrecer a Claudio de Alas, que se encontró, luego de vivir del parasitismo santiaguino, con una metrópoli arrogante y exótica, donde no hubo amistad pero hervían el lujo, el champagne y el crimen. El mundo cruel que retrató Enrique Santos Discépolo en Que vachaché:
Lo que hace falta es empacar mucha moneda,
vender el alma, rifar el corazón,
tirar la poca decencia que te queda...
Plata, plata, plata y plata otra vez...
Así es posible que morfés todos los días,
tengas amigos, casa, nombre...y lo que quieras vos.
El verdadero amor se ahogó en la sopa:
la panza es reina y el dinero Dios.
Decidió entonces refugiarse en la quinta que un pintor inglés tenía en Banfield, donde a medida que traducía de la Salomé de Oscar Wilde, conversaba con el viejo perro del pintor, que ya ni ladraba. Su último texto, titulado Poema negro, delata las tradiciones a que estuvo adscrito: un romanticismo tardío digno de los lectores mórbidos de Julio Flores, su paisano,  cuyos poemas, como otros de Baudelaire, Silva, Poe o Nervo,  poblados de huérfanos, putas, viudas, cadáveres y pérfidas eran cantados en los camposantos de las nuevas urbes y los conventillos de Buenos Aires.Mis flores negras, el famoso soneto de Flores, fue interpretado por Libertad Lamarque en uno de sus primeros filmes sonoros.
El 5 de Marzo de 1918, luego de asesinar al perro, se pegó un tiro en la cabeza. El perro había pasado la tarde junto a él, con sus orejas enhiestas mientras le oía hablar solo. Murió a los 32 años. Una calle de Cuartel IX de Lomas de Zamora lleva su nombre. Nadie le conoce en Colombia.
Poema negro
Cuando moría, me enlazó en su brazo
cual un reptil de palpitante raso;
y con voz afiebrada y lastimera,
me dijo que cual última terneza,
y en recuerdo de toda su belleza,
me dejaba su blanca calavera...
Que robara a la hambrienta sepultura,
ese último jirón de su hermosura,
que una lívida amante me sería,
y en mis horas, alegres o de duelo,
su alma, descendiendo desde el cielo,
al través de sus cuencas me vería...
Pasa el tiempo... El ave silenciosa
del recuerdo voló sobre su fosa,
llamándome a cumplir aquel pedido,
que cual lúgubre flor de sus amores,
me dejó en los postreros estertores,
temerosa a los lutos del olvido.
Y era una noche. Oscuridad y viento;
la lluvia desgarrando el firmamento;
batida en sus ramajes la espesura;
los jardines tronchados y barridos;
y del mar, el estruendo y los rugidos,
resonando a lo lejos con pavura...
Ardiente el corazón, los miembros yertos,
escalé la muralla de los muertos;
y pensando en la súplica postrera
de esa lívida novia del Misterio,
me perdí en el profundo cementerio,
porque iba a robar su calavera.
Por las calles desiertas y medrosas,
buscando en los letreros de las fosas,
llegué hasta su sepulcro solitario.
El viento en los cipreses sollozaba,
y la lluvia, furiosa, me azotaba,
cual queriendo arrojarme del osario.
De una lámpara sorda, bajo el brillo,
su mármol quebranté con un martillo.
Cual fatídico abismo, negro y hondo,
de la tumba la puerta entenebrida
abierta contemplé... De entre su fondo,
brotó una bocanada corrompida!
Y en lo profundo de la negra caja,
entre blancos jirones de mortaja,
la miré desleída y pestilente:
sepultadas sus formas y sus manos,
entre olas hirvientes de gusanos
que tragaban su carne lentamente.
En sus sienes, mechones de cabellos,
sus ojos ¡ay! como ninguno bellos,
convertidos en cuencas pavorosas;
en su boca, que fue roja granada,
una muda y horrible carcajada,
y su pecho en piltrafas asquerosas...
De su belleza, que radió cual astro,
no había allí tan siquiera un rastro.
Era un informe y corrompido andrajo.
La miré contristado, mudo, inerte:
medité en los festines de la Muerte,
y me hundí en el sepulcro abierto a tajo.
Temblorosas, tendiéronse mis manos
al inmenso hervidero de gusanos.
Busqué de la garganta las junturas:
nervioso retorcí... Hubo traquidos
de huesos arrancados y partidos...
hasta que hollando vil las sepulturas.
Huí miedoso entre las sombras crueles,
creyendo que los muertos en tropeles,
levantaban su forma descarnada
corriendo a rescatar su calavera,
esa yerta y silente compañera
de la lóbrega noche de la Nada...
Eso pasó... fue ayer... Hoy, en mi mesa,
cual escombro final de su belleza,
helada, muda, lívida e inerte,
sobre mis libros en montón, reposa,
cual una gigantesca y blanca rosa,
_que ostentase la risa de la Muerte._
Sus grandes cuencas, como dos cavernas,
me contemplan inmóviles y eternas.
Atónito, al mirarlas, me figuro
que su alma tal vez huya del Cielo,
para triste, silente y con anhelo,
mirarme allá, desde su fondo oscuro.
Entonces con amor llego hasta ella,
y cual si fuera, cuando viva y bella,
por sus huesos, mi mano se desliza:
siento de ansia el corazón opreso,
y en el instante en que le doy un beso,
me encuentro ¡ay! con su macabra risa.
Y allá, de la alta noche, cuando escribo,
ante su faz sintiéndome cautivo,
me parece que se abren sus quijadas,
y que en frases muy tiernas, temblorosas,
me pide que le diga blandas cosas,
como en noches amantes y borradas...
Y soñando, la veo transformarse
en la bella de entonces, y acercarse...
y sentirme yo suyo... y ella mía...
Más, al instante mi pupila advierte,
que no es sino la imagen de la Muerte,
que me contempla extática y sombría.
Ya llevan mucho tiempo estos amores...
Es ella quién conoce mis dolores,
los sueños todos de mi vida entera...
Ella me da la desnudez que viste,
y yo el cariño de mi alma triste,
teniéndola de novia hasta que muera.
Y cuando rompa de la Vida el lazo,
cual ella a mí, la enlazará mi brazo,
y antes que en mi redor todo sucumba,
le diré como frase postrimera:
-Acompáñame, pobre calavera,
acompáñame, amada, hasta la tumba!...
Claudio de Alas
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FRAGMENTO DE UN POEMA DE Claudio De Alas...


Y cuando rompa de la Vida el lazo,
cual ella a mí, la enlazará mi brazo,
y antes que en mi redor todo sucumba,
le diré como frase postrimera:
-Acompáñame, pobre calavera,
acompáñame, amada, hasta la tumba!...
Claudio de Alas

viernes, 2 de noviembre de 2012

Décimas calaveras 2012, Benjamín Cortés Valadez



La calavera literaria es una composición en verso tradicional en México. Suelen escribirse en vísperas del Día de los muertos.Antiguamente conocidos como panteones, estos versos nacieron en el siglo XIX a modo de epitafio burlesco y como modo de expresar ideas o sentimientos que en otras oportunidades sería difícil decir.  Fueron frecuentemente censurados o destruidos por la policía en la época colonial, ya que, por lo dicho anteriormente, también servían como medio para expresar descontento con los políticos de la época. Las primeras calaveras impresas fueron publicadas en 1849, en el periódico El Socialista, de Guadalajara.
DÉCIMAS-CALAVERAS 2012

  Profr. Benjamín Cortés Valadez
Ya en las puras canillitas,
México, a falta de huevos,
requiere respaldos nuevos
de dulces calaveritas
para mitigar sus cuitas;
que la calaca, entre risas,
hoy que estamos hechos trizas,
le dé al PRI buena cogida
pa’ que ya nunca en la vida
renazca de sus cenizas.

Catrina, qué gusto verte,
cuán grande es nuestro sufrir;
qué triste es que pa’ vivir
necesitemos la muerte;
que no logren corromperte
ni con Monex ni Soriana:
si el que compró el voto gana,
tú demuéstrales ahora
que tu acción recolectora
jamás se vende por lana.
Ven, que te pelen los dientes
estos prianistas ladrones
y que con sus defunciones
nos hagas sobrevivientes
de este poder que aniquila
porque miente que vigila,
el narco lo ha hecho magnate;
para que les des el mate,
ahi te va la retahíla:
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FELIPE CALDERÓN HINOJOSA

Lo de beodo le ardió tanto,
que maldijo a MVS
y a Carmen, según parece,
la quería en el camposanto;
llegó la muerte y “¡Dios santo!,
¡Galván! ¡Saynez!”, mas las tropas
no lo salvaron y ¡sopas!,
de alivio el país respira
y ahí en su tumba se mira
de epitafio un rey de copas.






ENRIQUE PEÑA NIETO

La reforma laboral
quiso cargarla al saliente,

pero nada, pestilente,

causa grave en su historial,

también en su funeral;

la flaca le dio dos horas

y a la plebe él, sin demoras,

decretó tomara nota:

“Muerte a aquel que a La Gaviota

muestre en vulcanizadoras.”


MANLIO FABIO BELTRONES
Juicio final que corone
vida de daño total

ya lo anuncia el tribunal:

¡Comparece Don Beltrone!;

como no hay con qué condone

su actividad tan oscura

pues cada legislatura

fue un daño más al país,

ya se grafitea con gis

¡MAFIOSO! en su sepultura.



ELBA ESTHER GORDILLO MORALES

De engendro antieducación
dando siempre clara muestra
se declaraba maestra,
dislálica aberración,
y aparte, robo, opresión, 
pero hasta aquí llegó el hueso:
 la muerte, por tanto exceso,
hoy en dulces esponsales
con don Claudio X. González,
ya le retuerce el pescuezo

ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR

Fraude pa’ el Trife fue nada;
la muerte a compas, tronante,
por la traición aberrante
los mandó a finca afamada,
es decir, a “La Chingada”.
AMLO con su fiel Morena
murió ya entre grande pena;
Ebrard quiere, junto a expertos,
con su momia dar conciertos
pues ve que el Zócalo llena.

MARCELO EBRARD CASAUBON

Pero eso quedó en intento,
también lo del dieciséis,
porque hasta donde lo veis
ya exhaló el último aliento;
alguien le hizo un monumento
que dice al pie lo que tieso,
de remordimiento preso
escribió de Andrés Manuel;
“Crecí a la sombra de él
y me valió, lo confieso.”


ADELA MICHA

Honoris causa doctora
de universidad jarocha;
le hacen con ello la piocha
para que más mienta ahora;
la calaca vengadora
que el desperdicio repela
de huevos que el pueblo anhela,
viendo que es trágico el vicio
de hablar de un país ficticio,
que la mata por Adela.


ROSARIO ROBLES

Llegó a su cabeza el humo
y a sus principios, olvido;
grita en tono presumido:
“Como priísta me asumo
y al Prd, ni lo fumo”.
Este baluarte de izquierda
al morirse nos recuerda
lo mal que hace el corazón
cuando en tiznada pasión,
cordura, su hija, se pierda.





EMILIO GAMBOA PATRÓN

Su apellido es un apoyo
congénito al capataz,
el resto será nomás
consuetudinario rollo
que es del priísmo el meollo:
juicios de Emilio, certeros,
ya en sus momentos postreros
con la muerte en forcejeos:
“La reforma creará empleos…”
sí, pero de granaderos.

MIGUEL ÁNGEL MANCERA

“Tú a mi no me conflictúas,”
decía pensando en Marcelo,
“votos me  dieron consuelo…”,
cuando ve pasar dos grúas
ominosas como púas;
viendo el negocio infractor
murió ahí con gran dolor;
llegó al rato la ambulancia,
recogerlo quedó en ansia,
tenía inmovilizador.

EMILIO AZCARRAGA JEAN

Su riqueza nexos fragua:
traen droga sus camionetas
y hacen transas millonetas
con el narco en Nicaragua,
Emilio, ya es hombre al agua;
mas “Todo es falso”y sus quejas,
expertas en librar rejas,
lo sacan exonerado
mas con su cadena, ahorcado,
grita: “Slim, ¿qué me aconsejas?”


ALEJANDRO POIRÉ ROMERO

La muerte  y sus tristes farios;
escondida en unas alas
de naves bastante malas,
se cargó a dos secretarios;
Alejandro, miedos varios:
“Cual me apellido Poiré
a una no me subire´”.
fue al final eso un gazapo,
la muerte, agente del Chapo,
se lo cargó andando a pie.

GUILLERMO GALVÁN GALVÁN

Sabiendo que generales
por nexo a narcos ya presos,
con el miedo hasta los huesos,
el sexenio en sus finales
y reacio a funerales
si es el propio, de huir trata,
declara a muerte non grata;
retenes: bondad, paciencia,
pero ya oye la sentencia:
“Gillermo: el que a hierro mata…”

JULIO CÉSAR CHÁVEZ JR.

Para nada al menudeo,
mariguana en su equipaje
para con ella ir de viaje…
pero en un ring de boxeo
con millones de trofeo;
la calaca ya harta de eso
porque su papá confeso
hoy con gran odio la reta,
ora sin hierba lo fleta
en un viaje… sin regreso.

BARACK OBAMA

Con armas que él dejó entrar,
aquí, jóvenes caídos;
la calaca: “Suspendidos
sus deseos de asegundar
y en vez de eso, va a palmar”.
viendo de encuestas el gozo
Obama hizo el grande oso
al no mirar que, con prisa,
la muerte lo hizo ceniza
también rápido y furioso.