Mi obra literaria y algunas reflexiones sobre el oficio. Sin menoscabo del interès por el entorno.
jueves, 30 de diciembre de 2010
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Amor, Amor, Amor
martes, 28 de diciembre de 2010
domingo, 26 de diciembre de 2010
viernes, 24 de diciembre de 2010
jueves, 23 de diciembre de 2010
miércoles, 22 de diciembre de 2010
martes, 21 de diciembre de 2010
ESTAMOS ASOLEADOS DE RECUERDOS
Para conseguir vibrar: competir con el futuro: tortuga los malos recuerdos; victoria de la necesidad sobre el tormento: atardeceres con lluvia; placidez en las montañas: solares de la infancia con un nido de águilas en los atardeceres cotidianos. Todo tiene el sabor de la nata con el dulce olor del pan de los amaneceres. Los verdaderos goces estàn detrás de la puerta y solemos cerrar por fuera como si desmereciera, para nosotros, el postre de soñar despierto desde la mañana y hasta el mediodía. Ya con la tarde, una vez descubierto que somos marineros, zarpamos sin sentido para aprender del viento en la cara; creemos eterna la navegación y... anochece: todavía guarda suaves fragancias la luna para un loco enamorado del insomnio. Estamos asoleados de recuerdos cuando llega la noche. No podemos dormir pues bailan los fantasmas y se mezclan, a brincos, con jarrones, y floreros del presente, con barcos y sílfides del futuro, con tristes empachos de lo que nunca, jamás, ni por asomo, habrá de tropezarnos y envolvernos. Estamos asoleados de recuerdos, se nos levantan a golpes de olvido las miradas de ayer: una niña abismal hace suyo el paisaje, saltan tras ella sus promesas de mañana, ella no lo sabe, muerde una manzana; ya es mañana, no existe la inocencia, la ignorancia se fue con el sol; la noche es plena en un paisaje nuevo, la oscuridad nos pertenece a todos; pero esa noche, por lo menos, esa noche, una mujer enseñó al mundo que el paisaje puede ser eterno. Vamos a ser eternos cualquier rato, lástima que el viento haya acabado desde hace un momento en que me volví recuerdo de mí mismo; línea a línea, verso a verso, silencio a silencio, recuerdo es silencio.
(DEL LIBRO "VAIVÉN", 1998).
sábado, 18 de diciembre de 2010
viernes, 17 de diciembre de 2010
lunes, 13 de diciembre de 2010
domingo, 12 de diciembre de 2010
sábado, 11 de diciembre de 2010
viernes, 10 de diciembre de 2010
jueves, 9 de diciembre de 2010
jueves, 2 de diciembre de 2010
lunes, 1 de noviembre de 2010
ENTREVISTA A BENJAMÍN ARAUJO
ENTREVISTA DE PALMIRA ORTIZ
A BENJAMÍN ARAUJO
1.- ¿Cuál es su origen?
Totalmente mexicano, cuando menos, hasta donde tengo conocimiento de las últimas cinco generaciones. No obstante conozco (o, he oído) que tengo tres ramales étnicos: el español, el portugués y el indígena.
2.- ¿Tiene seudónimo literario? ¿Cómo lo escogió?
Alguna vez, en el periodismo, sólo en el periodismo que nunca en el literario, tuve un seudónimo, Engels Luxemburgo (Engels Luxemburgo; en obvio homenaje a Engels y Rosa Luxemburgo). En la literatura siempre he escrito con mi nombre; aunque me parecen respetables los escritores que han usado uno.
3.- ¿Qué edad tenía cuando comenzó a escribir?
No lo se con certeza. Hasta donde recuerdo, los 10 años, más o menos. Pero de esa época no guardo nada (puras vergüenzas); por ahí de los 16 años me puse a quemar o tirar a la basura cuanto tenía. Pero le debo haber conocido la literatura, y enamorarme de ella, a un escritor de mi tierra.
4.- ¿Cómo fueron sus comienzos en la literatura?
Mi amistad, muy “sui géneris” por cierto, con el poeta Heriberto Enríquez (él de 80 años; yo, de apenas 8). Tan especial era esa relación que yo apuraba las tareas escolares a efecto de que mis padres me dieran permiso de ir, a dos cuadras de la casa familiar, a la casa del Poeta. De manera que llegó un tiempo, cuando menos durante 18 meses, en que yo visité de lunes a viernes al maestro Heriberto, que en esa época vivía con su segunda esposa (no recuerdo su nombre), en virtud de que había quedado viudo más o menos a los 50 años.
Fue precisamente Heriberto Enríquez quien me enseñó a conocer prácticamente a todos los clásicos de la literatura; recuerdo bien, de esa época a Virgilio, Platón, a Esquilo, a Sófocles, a Cervantes, a Shakespeare, a Dante Allighieri, a los clásicos infantiles –son muchos, por eso no los cito-, a Salgari, a Julio Verne (por cierto, ahí supe de la interesante, rica y muy extensa obra de este autor que a la fecha sigo leyendo y no agoto)…en fin, a muchos, muchos más, entre ellos a los poetas clásicos de la literatura mexicana desde Nezahualcóyotl, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Gorostiza, Octavio Paz y Enriqueta Ochoa, en fin, a muchos, muchos más. A ésta última, por cierto, luego tuve la fortuna de conocerla, tratarla e incluso, estando en Texcoco, trabajando para la Universidad de Chapingo, pude publicarla. Y, hasta su muerte, tuve el privilegio de seguirme reuniendo con ella de vez en cuando, en pocas pero memorables ocasiones.
5.- ¿A quién le dedicó su primer poema?
A mi madre, Guadalupe Mondragón de Araujo, que acaba de morir en abril de 2009 y nació en 1927. Pero no tengo memoria del texto, ni guardé el mismo por considerarlo cursi.
6.- ¿Cuál es su mejor poesía?
Todo lo que uno escribe, -diré un lugar común-, aparece como un hijo. A todos se les quiere; pero no igual. Los estima y presume por diversas cualidades, atributos o simples anécdotas.
En mi caso es “Emiret”, el poema que más quiero, que lleva el nombre de mi mujer, con quien he estado casado ya casi por 35 años y que fue concebido cuando éramos recién-casados y el amor entre nosotros estaba pleno y nuevo; aunque debo decir, contra los pronósticos de supuestos especialistas que hoy día nos seguimos amando con la misma fuerza y, me parece lo haremos de ese modo hasta la muerte.
Y, desde luego, hay muchos otros textos a los que guardo estima, cariño y preferencia. Incluso puedo decir que hay algunos, pocos por cierto, de los que me arrepiento haber parido. Pero cuando están publicados, los textos cobran vida propia y ya no le pertenecen al autor. No obstante, nunca niego a ninguna de mis obras, pues, insisto, han cobrado vida desde el momento mismo en que son publicadas.
7.-Cuéntenos tus actividades como escritor y sus proyectos.
Tengo muchas y bastantes. Respecto a las actividades como escritor, desde hace 28 años soy miembro del Centro Toluqueño de Escritores, del que fui uno de los fundadores. Desde 1984 se formalizó mi aceptación como miembro al ganar una beca del mismo Centro, lo que me permitió publicar ahí un libro.
Espero seguir escribiendo y publicar, aunque hace mucho (más de 7 años) en que no aparece un solo libro mío, pues se han publicado casi una veintena de antologías que me contienen.
Actualmente funjo como consejero del mismo Centro Toluqueño de Escritores –CTE-, desde diciembre de 2009; cargo que ya tuve hasta en tres ocasiones anteriores.
8.- ¿Tiene libros publicados? ¿Cuáles son?
En orden de aparición: A propósito (poemario, Universidad Autónoma del Estado de México, 1981); Surco de palabras (poemario, Centro Toluqueño de Escritores, 1984); Frontera interior (poemario, Editorial La Tinta del Alcatraz, 1994); Patíbulo de banqueta (cuento, La Tinta del Alcatraz-Universidad Autónoma del Estado de México, 1994); Vaivén (poesía, Instituto Mexiquense de Cultura, 1998); Apetencias (poesía, Instituto Mexiquense de Cultura. Colección Cuadernos de Malinalco No. 35, 1999); Arenas (poesía, Universidad Autónoma de Guerrero, 2000); Será mi asilo el mar. Biografía de José María Heredia y Heredia, 1803-1839 (Universidad Autónoma del Estado de México. Colección: Biografías de Hombres Ilustres del Estado de México, en dos ediciones 2001 y 2003).
9.- ¿Le gusta más ver publicados sus versos o recitarlos ante público? ¿Qué es lo que más le gusta de los recitales?
Desde luego publicados; aunque no me molesta presentar mi obra en público. De los recitales me gusta cuando el público se muestra atento, con ansias de escuchar e intervenir.
Me fascina particularmente el público universitario, seguramente por deformación personal pues he trabajado en cuatro universidades públicas de México: la Universidad Autónoma del Estado de México, la Autónoma de Querétaro, la Autónoma Chapingo y la Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. En ellas me he sentido “como pez en el agua”, pues el ambiente universitario es un ámbito de libertad y dispuesto siempre a la creatividad. En estas universidades me desempeñé como editor y promotor cultural, asunto que me ha llenado de satisfacciones y amigos.
10 .-¿Ha pensado en escribir su biografía?
No creo ser tan importante para ello. Ni me gustaría. En dado caso no me molestaría que alguien lo hiciera, aunque tendría muchas preguntas al respecto, entre otras: ¿por qué lo hace?, ¿para qué?, con qué sentido y cosas de ese tipo.
11.- ¿Qué es para Usted la poesía? ¿qué estilo le gusta más
(poesía, prosa, etc.)?
La poesía es la síntesis perfecta para expresar la belleza a través del lenguaje escrito. La poesía es un marco de referencia fundamental de la estética en el arte. De todos los géneros el que más me gusta, y me parece perfecto, es la poesía, toda vez que tiene muchas cualidades que sería muy largo enumerar. El poeta es un ser de pocas, pero brillantes, palabras; aunque hay poemas extensos que son una joya como los escritos por Gorostiza, por Paz, por Mayakovsky, por Luis Cernuda y Jaime Sabines, entre otros.
12.- ¿Qué puede aportar su poesía a la sociedad?
Mucho. Toda vez que es la conciencia crítica de un pueblo. Pero me refiero a la poesía en general. Porque en el caso personal, tengo clara conciencia de que mi obra todavía no ha logrado nada, o casi nada. Pese a que ya tengo muchos años (décadas) en esta tarea, al grado de convertirse en un “suave vicio” u obsesión.
13.- ¿Qué es lo más importante en la poesía?
Su belleza. Su sonoridad, su musicalidad; y vuelvo a repetir la posibilidad de resumir en el discurso más breve posible el más profundo de los mensajes.
14.- ¿Cuáles son sus escritores y poetisas favoritas? (de los antiguos y de los modernos)
Son muchos. Acaso en cada ocasión repetiría nombres distintos: Esquilo, Quevedo, Cervantes, Shakespeare, Dostoyevsky, Gorky, Tolstoi, Sor Juana Inés de la Cruz, San Juan de la Cruz, Marw Twain, Thomas Mann, Paul Valery, Luis Cernuda, Borges, Carpentier, Efraín Huerta, Jorge Ibargüengoitia, García Márquez, Josefina Vicens, Enriqueta Ochoa, Dolores Castro, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Pablo Neruda, Juan Rulfo, Julio Cortazar, Thelma Nava, Alfonso Reyes, Miguel Delibes, Benedetti, Gelman, José Lezama Lima, Carlos Montemayor, Inés Arredondo, Tristán Tzara, Thomas Stern Eliot, Ezra Pound, Carlos Pellicer, Esther Seligson, entre otros.
15.- ¿Que poeta le ha influencia a usted en su literatura?
Muchos. Como ya dije, empezando por Heriberto Enríquez, mi mentor y amigo; enseguida una gran cantidad entre quienes sólo citaré a Julio Verne, Juan García Ponce y prácticamente todos los integrantes, en España, de la llamada “Generación del 27”.
16.- ¿Usted piensa que un escritor debe ser sentimental?
Sin sentimientos la literatura es infértil; la literatura vale nada. Pero este tema es una cuerda floja pues fácilmente, sin percibirlo, se puede caer en el sentimentalismo.
Pero estoy seguro que la literatura tiene como raíz fundamental los sentimientos. Todo tipo de sentimientos. El hombre y la obra cumbre ejemplar de la importancia de los sentimientos, a nivel universal, es sin lugar a titubeos William Shakespeare.
17.- ¿Cómo ve la literatura, y en particular la poesía, en Latinoamérica? ¿La cultura puede aportar algo a los cambios que están viviendo sus sociedades?
Soy un convencido de que, por encima de nuestras condiciones socioeconómicas y políticas, América Latina siempre ha aportado cosas muy importantes al mundo en la cultura, el arte y la literatura.
Y tengo la esperanza puesta en las nuevas generaciones que habrán de aportar mucho a las mejores causas del progreso y el desarrollo de nuestras naciones.
Basta asomarnos a los autores nuevos de este siglo XXI en nuestros países latinoamericanos para darnos cuenta que somos privilegiados y que el futuro es nuestro, pues la riqueza y calidad de los autores nuevos sorprende a todo el mundo.
18.- ¿Qué haría si pudiera cambiar algo en el apoyo cultural para los nuevos poetas?
En esa hipotética situación movería el mundo. Pero como no sueño, ni se me ocurre pensar qué podría hacer. Para comenzar implantaría la sinceridad como una norma; no al pago de impuestos a los artistas en general. Y becas, muchas becas para los jóvenes poetas.
19.- Para concluir.- ¿qué consejo le daría a la gente joven que empieza a escribir poesía?
Que nunca se desanimen y escriban y lean, lean y escriban sin cesar; que pulan su espíritu autocrítico y acumulen conocimientos en la medida de lo posible. Pues ello servirá para su obra. Recordar que en literatura es una verdad universal que “el burro no toca la flauta”; y que sólo con el ejercicio de la escritura se enseña uno a escribir. El poeta se hace, no nace (aunque, en muchos casos podríamos anotar que hay casos excepcionales en que el autor nace; pero uno debe hacerse la conciencia de que esos casos, son eso: excep-cio-nes). La literatura es trabajo más que inspiración.
20.-Algo que quiera agregar.
Nada, Palmira. Sólo agradecerte que me hayas incluido en este ciclo de entrevistas; y pedirte una disculpa pues debo decir que me entregaste las preguntas en noviembre y no te las había respondido hasta ahora (fines de abril de 2010) por acumulación de trabajo.
Nuevamente gracias; y las gracias extensivas a los colegas “virtuales” que se han tomado la molestia de ver estas letras.
A BENJAMÍN ARAUJO
1.- ¿Cuál es su origen?
Totalmente mexicano, cuando menos, hasta donde tengo conocimiento de las últimas cinco generaciones. No obstante conozco (o, he oído) que tengo tres ramales étnicos: el español, el portugués y el indígena.
2.- ¿Tiene seudónimo literario? ¿Cómo lo escogió?
Alguna vez, en el periodismo, sólo en el periodismo que nunca en el literario, tuve un seudónimo, Engels Luxemburgo (Engels Luxemburgo; en obvio homenaje a Engels y Rosa Luxemburgo). En la literatura siempre he escrito con mi nombre; aunque me parecen respetables los escritores que han usado uno.
3.- ¿Qué edad tenía cuando comenzó a escribir?
No lo se con certeza. Hasta donde recuerdo, los 10 años, más o menos. Pero de esa época no guardo nada (puras vergüenzas); por ahí de los 16 años me puse a quemar o tirar a la basura cuanto tenía. Pero le debo haber conocido la literatura, y enamorarme de ella, a un escritor de mi tierra.
4.- ¿Cómo fueron sus comienzos en la literatura?
Mi amistad, muy “sui géneris” por cierto, con el poeta Heriberto Enríquez (él de 80 años; yo, de apenas 8). Tan especial era esa relación que yo apuraba las tareas escolares a efecto de que mis padres me dieran permiso de ir, a dos cuadras de la casa familiar, a la casa del Poeta. De manera que llegó un tiempo, cuando menos durante 18 meses, en que yo visité de lunes a viernes al maestro Heriberto, que en esa época vivía con su segunda esposa (no recuerdo su nombre), en virtud de que había quedado viudo más o menos a los 50 años.
Fue precisamente Heriberto Enríquez quien me enseñó a conocer prácticamente a todos los clásicos de la literatura; recuerdo bien, de esa época a Virgilio, Platón, a Esquilo, a Sófocles, a Cervantes, a Shakespeare, a Dante Allighieri, a los clásicos infantiles –son muchos, por eso no los cito-, a Salgari, a Julio Verne (por cierto, ahí supe de la interesante, rica y muy extensa obra de este autor que a la fecha sigo leyendo y no agoto)…en fin, a muchos, muchos más, entre ellos a los poetas clásicos de la literatura mexicana desde Nezahualcóyotl, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Gorostiza, Octavio Paz y Enriqueta Ochoa, en fin, a muchos, muchos más. A ésta última, por cierto, luego tuve la fortuna de conocerla, tratarla e incluso, estando en Texcoco, trabajando para la Universidad de Chapingo, pude publicarla. Y, hasta su muerte, tuve el privilegio de seguirme reuniendo con ella de vez en cuando, en pocas pero memorables ocasiones.
5.- ¿A quién le dedicó su primer poema?
A mi madre, Guadalupe Mondragón de Araujo, que acaba de morir en abril de 2009 y nació en 1927. Pero no tengo memoria del texto, ni guardé el mismo por considerarlo cursi.
6.- ¿Cuál es su mejor poesía?
Todo lo que uno escribe, -diré un lugar común-, aparece como un hijo. A todos se les quiere; pero no igual. Los estima y presume por diversas cualidades, atributos o simples anécdotas.
En mi caso es “Emiret”, el poema que más quiero, que lleva el nombre de mi mujer, con quien he estado casado ya casi por 35 años y que fue concebido cuando éramos recién-casados y el amor entre nosotros estaba pleno y nuevo; aunque debo decir, contra los pronósticos de supuestos especialistas que hoy día nos seguimos amando con la misma fuerza y, me parece lo haremos de ese modo hasta la muerte.
Y, desde luego, hay muchos otros textos a los que guardo estima, cariño y preferencia. Incluso puedo decir que hay algunos, pocos por cierto, de los que me arrepiento haber parido. Pero cuando están publicados, los textos cobran vida propia y ya no le pertenecen al autor. No obstante, nunca niego a ninguna de mis obras, pues, insisto, han cobrado vida desde el momento mismo en que son publicadas.
7.-Cuéntenos tus actividades como escritor y sus proyectos.
Tengo muchas y bastantes. Respecto a las actividades como escritor, desde hace 28 años soy miembro del Centro Toluqueño de Escritores, del que fui uno de los fundadores. Desde 1984 se formalizó mi aceptación como miembro al ganar una beca del mismo Centro, lo que me permitió publicar ahí un libro.
Espero seguir escribiendo y publicar, aunque hace mucho (más de 7 años) en que no aparece un solo libro mío, pues se han publicado casi una veintena de antologías que me contienen.
Actualmente funjo como consejero del mismo Centro Toluqueño de Escritores –CTE-, desde diciembre de 2009; cargo que ya tuve hasta en tres ocasiones anteriores.
8.- ¿Tiene libros publicados? ¿Cuáles son?
En orden de aparición: A propósito (poemario, Universidad Autónoma del Estado de México, 1981); Surco de palabras (poemario, Centro Toluqueño de Escritores, 1984); Frontera interior (poemario, Editorial La Tinta del Alcatraz, 1994); Patíbulo de banqueta (cuento, La Tinta del Alcatraz-Universidad Autónoma del Estado de México, 1994); Vaivén (poesía, Instituto Mexiquense de Cultura, 1998); Apetencias (poesía, Instituto Mexiquense de Cultura. Colección Cuadernos de Malinalco No. 35, 1999); Arenas (poesía, Universidad Autónoma de Guerrero, 2000); Será mi asilo el mar. Biografía de José María Heredia y Heredia, 1803-1839 (Universidad Autónoma del Estado de México. Colección: Biografías de Hombres Ilustres del Estado de México, en dos ediciones 2001 y 2003).
9.- ¿Le gusta más ver publicados sus versos o recitarlos ante público? ¿Qué es lo que más le gusta de los recitales?
Desde luego publicados; aunque no me molesta presentar mi obra en público. De los recitales me gusta cuando el público se muestra atento, con ansias de escuchar e intervenir.
Me fascina particularmente el público universitario, seguramente por deformación personal pues he trabajado en cuatro universidades públicas de México: la Universidad Autónoma del Estado de México, la Autónoma de Querétaro, la Autónoma Chapingo y la Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. En ellas me he sentido “como pez en el agua”, pues el ambiente universitario es un ámbito de libertad y dispuesto siempre a la creatividad. En estas universidades me desempeñé como editor y promotor cultural, asunto que me ha llenado de satisfacciones y amigos.
10 .-¿Ha pensado en escribir su biografía?
No creo ser tan importante para ello. Ni me gustaría. En dado caso no me molestaría que alguien lo hiciera, aunque tendría muchas preguntas al respecto, entre otras: ¿por qué lo hace?, ¿para qué?, con qué sentido y cosas de ese tipo.
11.- ¿Qué es para Usted la poesía? ¿qué estilo le gusta más
(poesía, prosa, etc.)?
La poesía es la síntesis perfecta para expresar la belleza a través del lenguaje escrito. La poesía es un marco de referencia fundamental de la estética en el arte. De todos los géneros el que más me gusta, y me parece perfecto, es la poesía, toda vez que tiene muchas cualidades que sería muy largo enumerar. El poeta es un ser de pocas, pero brillantes, palabras; aunque hay poemas extensos que son una joya como los escritos por Gorostiza, por Paz, por Mayakovsky, por Luis Cernuda y Jaime Sabines, entre otros.
12.- ¿Qué puede aportar su poesía a la sociedad?
Mucho. Toda vez que es la conciencia crítica de un pueblo. Pero me refiero a la poesía en general. Porque en el caso personal, tengo clara conciencia de que mi obra todavía no ha logrado nada, o casi nada. Pese a que ya tengo muchos años (décadas) en esta tarea, al grado de convertirse en un “suave vicio” u obsesión.
13.- ¿Qué es lo más importante en la poesía?
Su belleza. Su sonoridad, su musicalidad; y vuelvo a repetir la posibilidad de resumir en el discurso más breve posible el más profundo de los mensajes.
14.- ¿Cuáles son sus escritores y poetisas favoritas? (de los antiguos y de los modernos)
Son muchos. Acaso en cada ocasión repetiría nombres distintos: Esquilo, Quevedo, Cervantes, Shakespeare, Dostoyevsky, Gorky, Tolstoi, Sor Juana Inés de la Cruz, San Juan de la Cruz, Marw Twain, Thomas Mann, Paul Valery, Luis Cernuda, Borges, Carpentier, Efraín Huerta, Jorge Ibargüengoitia, García Márquez, Josefina Vicens, Enriqueta Ochoa, Dolores Castro, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Pablo Neruda, Juan Rulfo, Julio Cortazar, Thelma Nava, Alfonso Reyes, Miguel Delibes, Benedetti, Gelman, José Lezama Lima, Carlos Montemayor, Inés Arredondo, Tristán Tzara, Thomas Stern Eliot, Ezra Pound, Carlos Pellicer, Esther Seligson, entre otros.
15.- ¿Que poeta le ha influencia a usted en su literatura?
Muchos. Como ya dije, empezando por Heriberto Enríquez, mi mentor y amigo; enseguida una gran cantidad entre quienes sólo citaré a Julio Verne, Juan García Ponce y prácticamente todos los integrantes, en España, de la llamada “Generación del 27”.
16.- ¿Usted piensa que un escritor debe ser sentimental?
Sin sentimientos la literatura es infértil; la literatura vale nada. Pero este tema es una cuerda floja pues fácilmente, sin percibirlo, se puede caer en el sentimentalismo.
Pero estoy seguro que la literatura tiene como raíz fundamental los sentimientos. Todo tipo de sentimientos. El hombre y la obra cumbre ejemplar de la importancia de los sentimientos, a nivel universal, es sin lugar a titubeos William Shakespeare.
17.- ¿Cómo ve la literatura, y en particular la poesía, en Latinoamérica? ¿La cultura puede aportar algo a los cambios que están viviendo sus sociedades?
Soy un convencido de que, por encima de nuestras condiciones socioeconómicas y políticas, América Latina siempre ha aportado cosas muy importantes al mundo en la cultura, el arte y la literatura.
Y tengo la esperanza puesta en las nuevas generaciones que habrán de aportar mucho a las mejores causas del progreso y el desarrollo de nuestras naciones.
Basta asomarnos a los autores nuevos de este siglo XXI en nuestros países latinoamericanos para darnos cuenta que somos privilegiados y que el futuro es nuestro, pues la riqueza y calidad de los autores nuevos sorprende a todo el mundo.
18.- ¿Qué haría si pudiera cambiar algo en el apoyo cultural para los nuevos poetas?
En esa hipotética situación movería el mundo. Pero como no sueño, ni se me ocurre pensar qué podría hacer. Para comenzar implantaría la sinceridad como una norma; no al pago de impuestos a los artistas en general. Y becas, muchas becas para los jóvenes poetas.
19.- Para concluir.- ¿qué consejo le daría a la gente joven que empieza a escribir poesía?
Que nunca se desanimen y escriban y lean, lean y escriban sin cesar; que pulan su espíritu autocrítico y acumulen conocimientos en la medida de lo posible. Pues ello servirá para su obra. Recordar que en literatura es una verdad universal que “el burro no toca la flauta”; y que sólo con el ejercicio de la escritura se enseña uno a escribir. El poeta se hace, no nace (aunque, en muchos casos podríamos anotar que hay casos excepcionales en que el autor nace; pero uno debe hacerse la conciencia de que esos casos, son eso: excep-cio-nes). La literatura es trabajo más que inspiración.
20.-Algo que quiera agregar.
Nada, Palmira. Sólo agradecerte que me hayas incluido en este ciclo de entrevistas; y pedirte una disculpa pues debo decir que me entregaste las preguntas en noviembre y no te las había respondido hasta ahora (fines de abril de 2010) por acumulación de trabajo.
Nuevamente gracias; y las gracias extensivas a los colegas “virtuales” que se han tomado la molestia de ver estas letras.
HOMENAJE A JOSÉ SARAMAGO
José Saramago
(1922-2010)
In Memoriam
Maestro de maestros,
predicador de textos
y verdades;
has emprendido el viaje
confortable,
más largo y
más extenso
de tus andares.
Te haz enfrentado
con El Hacedor,
al que negaste
tres veces siete
ó siete veces tres:
Te recibió
con bombos y platillos.
Una pléyade de lectores
alados
te acompaña.
Señor de las cegueras
más lúcidas;
predicador del Evangelio
según Tumismo,
acompañador de las viscicitudes
humanas
del siglo XX/XXI.
Eres eterno;
eso dice tu obra.
Acompáñanos siempre
con tu bondad
desparramada ya
en tus libros.
(1922-2010)
In Memoriam
Maestro de maestros,
predicador de textos
y verdades;
has emprendido el viaje
confortable,
más largo y
más extenso
de tus andares.
Te haz enfrentado
con El Hacedor,
al que negaste
tres veces siete
ó siete veces tres:
Te recibió
con bombos y platillos.
Una pléyade de lectores
alados
te acompaña.
Señor de las cegueras
más lúcidas;
predicador del Evangelio
según Tumismo,
acompañador de las viscicitudes
humanas
del siglo XX/XXI.
Eres eterno;
eso dice tu obra.
Acompáñanos siempre
con tu bondad
desparramada ya
en tus libros.
miércoles, 27 de octubre de 2010
T O T E M (p r i m e r a p a r t e)
Los veintiocho hijos de José Carmen sabían que con su muerte comenzaba un mito que iba a traspasarlos. Todos giraban en torno de la vieja casona, para un lado y para el otro como un manojo de enloquecidos péndulos de un reloj que era como un sabino que era como el lago de la presa Brookffmann que era como los álbumes fotográficos familiares cerrados siempre con candados afrancesados cada vez más difíciles de operar por la herrumbre del tiempo.
José Carmen vivió como pudo. Pero supo vivir sus 114 años a plenitud. La pasión fue su divisa, dominó todos sus actos. Pero era, si vale decirlo de tal modo, una pasión cerebral, intensa: como un caudal que se mantiene con gran fuerza pero siempre al borde sin derramarse de sus límites.
"Sólo con pasión se puede haber tenido cinco mujeres de tiempo completo y este fajo de hijos que tanto amo", decía en sus últimos años, arriscándose el tupido bigote rubio y haciendo retumbar el eco de su voz en aquella barriga que pujaba contra sus chalecos campiranos.
Desde las primeras horas de aquel uno de noviembre, a unos cuantos minutos del deceso de José Carmen, la movilización en el rancho La Rosa había ido en aumento hasta convertir una fecha tan significativa, previa al Día de Muertos, justo para preparar el velorio casero, en lo más parecido a una romería.
En la cocina de la casa familiar se juntaban las mujeres. Había por ahí uno que otro chamaco. Ellas se trompicaban ordenando que mataran otras gallinas. "Con esas no será suficiente", -imprecaba Cristina. Mientras Leonor, más reposada por los años, personalmente supervisaba que tostaran el café y que: ... "Sea precisamente del de Ixtapan; no lo vayan a revolver con el otro, porque sería una porquería...". Concluía diciéndole a la vieja Imelda que lloraba por la muerte del señor, de Don Carmen, acaso con más fruición y sentimiento que los hijos.
Los varones no estaban en la casa. Aunque ya ninguno, desde hace varios años, vivía con José Carmen, todos se habían congregado desde el mediodía en La Rosa, provenientes de tres lugares, principalmente: El Oro, Toluca y la capital del país, excepto Serafín, que siendo el último que dejara la casa paterna, tenía una herrería de altos vuelos en Ixtlahuaca. Ahora ninguno estaba porque se habían repartido comisiones: unos, a avisar a caballo, a los parientes más cercanos de las poblaciones aledañas que no contaban con teléfono; otros, a comprar unos bidoques de aguardiente para el velorio; los demás, a ultimar detalles en el papeleo de la iglesia y del panteón; para que todo quedara listo al día siguiente.
Los parientes, en tanto, seguían llegando. Años después, a la muerte de José Concepción, el mayor de todos los hijos, la escena se iba a repetir, decantada por los años que irían convirtiendo en fantasmal el brillo familiar que, sin saberlo, enterrarían casi del todo ese dos de noviembre, en el Panteón de la Vírgen del Carmen, con el vetusto jefe familiar.
La familia Marín era como únicamente dos o tres familias de la región. De cepa aristocrática, hacendados de descendencia, con buenos niveles generales de cultura y buen gusto; distinta en cambio por sus acendradas actitudes tribales que les reconocían todos los pueblos de la zona y les llevaba a manejarse, cuando era necesario, como una maquinaria en pos de un objetivo prefijado, obsesivamente.
José Carmen, nacido en San José del Rincón en 1838, había culminado sus días, a tan elevada edad, viudo por quinta vez. Pese a que antes de sus tres últimos matrimonios, tal vez avergonzado porque solía casarse con mujeres muy jóvenes, demasiado jóvenes para la convención, explicaba a todo mundo que "reincido, únicamente para poder guardar mi vejez con decoro, sin soledades irremediables, que más llamen a la lástima y al tedio, que a la vida; la vejez, aunque rescoldo, aún es fuego, es vida y merece respeto y compañía...".
Cinco habían sido sus esposas. Tres de ellas hermanas, las Garduño: Áurea, Ensoñación y Refugio. De modo que 19 de sus hijos, fruto de esas uniones, llevaban los mismos apellidos y eran, en realidad, de una consanguineidad -como medios hermanos y primos hermanos- que alimentaba con atingencia la tribal fama del clan, decorada por el tremendo parecido que se daba entre todos ellos, incluídos los restantes 9 hijos, que José Carmen procreara con Isabel Corona y con Santa Gómez, en una fecunda tercera edad que dejaba materia de sobra para los decires en el fogón en la tertulia de las viejas, o para la incidencia ponzoñosa de sus congéneres en el Bar Tolo, la cantina del pueblo, que era, en el colmo de la chatura imaginativa de don Bartolo Íñiguez. Lugar de enorme importancia en San José del Rincón, porque no había fortuna o desgracia que no fuera decantada por ese ambiente, el más democrático del lugar, puesto que a él acudían lo mismo ricos que pobres, analfabetos que hombres de letras, ateos o el mismo cura del pueblo, Adelfo Zamarripa, que no dejaba escapar por lo menos un mes sin echarse un tequila con sangrita y jugar con los parroquianos una mano de dominó.
-Somos líderes del mismo pueblo, Don Bartolo, -decía sonriente el chapeteado cura cuando llegaba a la cantina del pueblo.
-Eso sí, -decían las mojigatas del pueblo-, nunca va con sotana; para ir allá se viste de civil.
A lo que replicaban los liberales, encabezados por Matías: No irá con sotana, pero un día nos va a llegar con una fulana, y entonces sí no van a saber si ir al infierno a rezar, ¡viejas mochas!
Pero tanto Matías como Jeremías, Abel ó Caín, los únicos liberales de cepa de San José del Rincón, tanto que conformaban la logia masónica del pueblo, llegaban a jugar con Don Adelfo sin conflicto de por medio. Acaso, de cuando en vez, se soltaban una que otra pulla ideológica o histórica, pero los involucrados la tomaban con tan olímpico espíritu que se decía entre los integrantes de las numerosas agrupaciones religiosas de la comunidad que la cantina era como la Torre de Babel.
Incluso hubo una ocasión, entre ahorcamiento de la mula de seises al padre Zamarripa de parte de Matías y Caín y advocaciones bíblicas del afectado que hacía pareja con Ponchito -un comerciante en textiles, cuasienano y charlista irredento- en que la masonería y la iglesia, que era lo mismo que decir casi todos los ahí reunidos, armaron un comité para rescatar de un prostíbulo de Zitácuaro a Catalina, la hija de Ponchito. El comerciante se había abierto de capa y había contado cómo, en ocasión de la feria del poblado, en julio pasado, los empresarios del palenque, un matrimonio de regordetes, se habían llevado consigo a Catalina, aparentemente para hacerla parte del equipo de trabajo que recorría extensa zona del país con gallos y cantantes, de fiesta en fiesta. Pero no había sido de tal modo. Era un engañifa de los Gómez, que así se apellidaban quienes en realidad resultarían a la postre brillantes, viles, tratantes de blancas. Unas vulgares fichas.
José Carmen vivió como pudo. Pero supo vivir sus 114 años a plenitud. La pasión fue su divisa, dominó todos sus actos. Pero era, si vale decirlo de tal modo, una pasión cerebral, intensa: como un caudal que se mantiene con gran fuerza pero siempre al borde sin derramarse de sus límites.
"Sólo con pasión se puede haber tenido cinco mujeres de tiempo completo y este fajo de hijos que tanto amo", decía en sus últimos años, arriscándose el tupido bigote rubio y haciendo retumbar el eco de su voz en aquella barriga que pujaba contra sus chalecos campiranos.
Desde las primeras horas de aquel uno de noviembre, a unos cuantos minutos del deceso de José Carmen, la movilización en el rancho La Rosa había ido en aumento hasta convertir una fecha tan significativa, previa al Día de Muertos, justo para preparar el velorio casero, en lo más parecido a una romería.
En la cocina de la casa familiar se juntaban las mujeres. Había por ahí uno que otro chamaco. Ellas se trompicaban ordenando que mataran otras gallinas. "Con esas no será suficiente", -imprecaba Cristina. Mientras Leonor, más reposada por los años, personalmente supervisaba que tostaran el café y que: ... "Sea precisamente del de Ixtapan; no lo vayan a revolver con el otro, porque sería una porquería...". Concluía diciéndole a la vieja Imelda que lloraba por la muerte del señor, de Don Carmen, acaso con más fruición y sentimiento que los hijos.
Los varones no estaban en la casa. Aunque ya ninguno, desde hace varios años, vivía con José Carmen, todos se habían congregado desde el mediodía en La Rosa, provenientes de tres lugares, principalmente: El Oro, Toluca y la capital del país, excepto Serafín, que siendo el último que dejara la casa paterna, tenía una herrería de altos vuelos en Ixtlahuaca. Ahora ninguno estaba porque se habían repartido comisiones: unos, a avisar a caballo, a los parientes más cercanos de las poblaciones aledañas que no contaban con teléfono; otros, a comprar unos bidoques de aguardiente para el velorio; los demás, a ultimar detalles en el papeleo de la iglesia y del panteón; para que todo quedara listo al día siguiente.
Los parientes, en tanto, seguían llegando. Años después, a la muerte de José Concepción, el mayor de todos los hijos, la escena se iba a repetir, decantada por los años que irían convirtiendo en fantasmal el brillo familiar que, sin saberlo, enterrarían casi del todo ese dos de noviembre, en el Panteón de la Vírgen del Carmen, con el vetusto jefe familiar.
La familia Marín era como únicamente dos o tres familias de la región. De cepa aristocrática, hacendados de descendencia, con buenos niveles generales de cultura y buen gusto; distinta en cambio por sus acendradas actitudes tribales que les reconocían todos los pueblos de la zona y les llevaba a manejarse, cuando era necesario, como una maquinaria en pos de un objetivo prefijado, obsesivamente.
José Carmen, nacido en San José del Rincón en 1838, había culminado sus días, a tan elevada edad, viudo por quinta vez. Pese a que antes de sus tres últimos matrimonios, tal vez avergonzado porque solía casarse con mujeres muy jóvenes, demasiado jóvenes para la convención, explicaba a todo mundo que "reincido, únicamente para poder guardar mi vejez con decoro, sin soledades irremediables, que más llamen a la lástima y al tedio, que a la vida; la vejez, aunque rescoldo, aún es fuego, es vida y merece respeto y compañía...".
Cinco habían sido sus esposas. Tres de ellas hermanas, las Garduño: Áurea, Ensoñación y Refugio. De modo que 19 de sus hijos, fruto de esas uniones, llevaban los mismos apellidos y eran, en realidad, de una consanguineidad -como medios hermanos y primos hermanos- que alimentaba con atingencia la tribal fama del clan, decorada por el tremendo parecido que se daba entre todos ellos, incluídos los restantes 9 hijos, que José Carmen procreara con Isabel Corona y con Santa Gómez, en una fecunda tercera edad que dejaba materia de sobra para los decires en el fogón en la tertulia de las viejas, o para la incidencia ponzoñosa de sus congéneres en el Bar Tolo, la cantina del pueblo, que era, en el colmo de la chatura imaginativa de don Bartolo Íñiguez. Lugar de enorme importancia en San José del Rincón, porque no había fortuna o desgracia que no fuera decantada por ese ambiente, el más democrático del lugar, puesto que a él acudían lo mismo ricos que pobres, analfabetos que hombres de letras, ateos o el mismo cura del pueblo, Adelfo Zamarripa, que no dejaba escapar por lo menos un mes sin echarse un tequila con sangrita y jugar con los parroquianos una mano de dominó.
-Somos líderes del mismo pueblo, Don Bartolo, -decía sonriente el chapeteado cura cuando llegaba a la cantina del pueblo.
-Eso sí, -decían las mojigatas del pueblo-, nunca va con sotana; para ir allá se viste de civil.
A lo que replicaban los liberales, encabezados por Matías: No irá con sotana, pero un día nos va a llegar con una fulana, y entonces sí no van a saber si ir al infierno a rezar, ¡viejas mochas!
Pero tanto Matías como Jeremías, Abel ó Caín, los únicos liberales de cepa de San José del Rincón, tanto que conformaban la logia masónica del pueblo, llegaban a jugar con Don Adelfo sin conflicto de por medio. Acaso, de cuando en vez, se soltaban una que otra pulla ideológica o histórica, pero los involucrados la tomaban con tan olímpico espíritu que se decía entre los integrantes de las numerosas agrupaciones religiosas de la comunidad que la cantina era como la Torre de Babel.
Incluso hubo una ocasión, entre ahorcamiento de la mula de seises al padre Zamarripa de parte de Matías y Caín y advocaciones bíblicas del afectado que hacía pareja con Ponchito -un comerciante en textiles, cuasienano y charlista irredento- en que la masonería y la iglesia, que era lo mismo que decir casi todos los ahí reunidos, armaron un comité para rescatar de un prostíbulo de Zitácuaro a Catalina, la hija de Ponchito. El comerciante se había abierto de capa y había contado cómo, en ocasión de la feria del poblado, en julio pasado, los empresarios del palenque, un matrimonio de regordetes, se habían llevado consigo a Catalina, aparentemente para hacerla parte del equipo de trabajo que recorría extensa zona del país con gallos y cantantes, de fiesta en fiesta. Pero no había sido de tal modo. Era un engañifa de los Gómez, que así se apellidaban quienes en realidad resultarían a la postre brillantes, viles, tratantes de blancas. Unas vulgares fichas.
DAME LA POSIBILIDAD
Dame la posibilidad de dibujar
tu rostro
con mis besos;
déjame pintar tu piel con mi tacto.
Quiero dibujar tus ojos azules
con mi cariño
y devoción.
Dame la posibilidad de verte
en mi pensamiento,
vive en mis sueños;
aparécete en mis pesadillas
y...sálvame...
Quiero ser el dibujante de tu cuerpo:
de tus manos,
tus piernas,
tus senos
y tu sexo.
Dame la posibilidad de serlo,
sólo por una eternidad
y ya...
tu rostro
con mis besos;
déjame pintar tu piel con mi tacto.
Quiero dibujar tus ojos azules
con mi cariño
y devoción.
Dame la posibilidad de verte
en mi pensamiento,
vive en mis sueños;
aparécete en mis pesadillas
y...sálvame...
Quiero ser el dibujante de tu cuerpo:
de tus manos,
tus piernas,
tus senos
y tu sexo.
Dame la posibilidad de serlo,
sólo por una eternidad
y ya...
¡¡¡M É X I C O L I N DO Y Q U E R I D O!!!
Patria amada,
tus hijos te lloramos;
somos la cruz del himno...
y la mención de López Velarde
ya angustiado.
Sabemos que
debemos mejorar,
pero no lo hacemos;
queremos paz
y estamos ensangrentados,
olemos a cadáver
todos los días
del año.
Aprendemos a odiar
con las noticias.
Ayyy,
patria mía,
¿por qué Dios te ha abandonado?
¿No sabes orar?
¿Sabes reír...?
...tu llanto es como
un conjunto de campanas
de catedral
sonando a duelo.
Eres El Gólgota Nahuátl.
La indigestión
por el mestizaje;
la sapiencia
ancestral
que sabe a lágrimas.
tus hijos te lloramos;
somos la cruz del himno...
y la mención de López Velarde
ya angustiado.
Sabemos que
debemos mejorar,
pero no lo hacemos;
queremos paz
y estamos ensangrentados,
olemos a cadáver
todos los días
del año.
Aprendemos a odiar
con las noticias.
Ayyy,
patria mía,
¿por qué Dios te ha abandonado?
¿No sabes orar?
¿Sabes reír...?
...tu llanto es como
un conjunto de campanas
de catedral
sonando a duelo.
Eres El Gólgota Nahuátl.
La indigestión
por el mestizaje;
la sapiencia
ancestral
que sabe a lágrimas.
miércoles, 21 de julio de 2010
martes, 20 de julio de 2010
lunes, 19 de julio de 2010
domingo, 18 de julio de 2010
DAME MÁS *
Quiero tenerte aquí en mi cama,
rendida a mis placeres
prohibidos.
Urgarte con mis manos,
mis labios,
todo el cuerpo
hasta que seas
parte de mi cerebro
y mis entrañas.
Tomarme todo el tiempo del mundo
para postrarme ante tu desnudez
pálida e insigne
como una bandera
en patria recientemente liberada.
Tenerte aquí,
en la cama,
para gozar de todos tus placeres
extraños,
siempre nuevos;
pero redivivos
todos los días.
Tú,
mujer,
la siempre-viva.
*Poema de Benjamín Araujo
18 de julio de 2010.
rendida a mis placeres
prohibidos.
Urgarte con mis manos,
mis labios,
todo el cuerpo
hasta que seas
parte de mi cerebro
y mis entrañas.
Tomarme todo el tiempo del mundo
para postrarme ante tu desnudez
pálida e insigne
como una bandera
en patria recientemente liberada.
Tenerte aquí,
en la cama,
para gozar de todos tus placeres
extraños,
siempre nuevos;
pero redivivos
todos los días.
Tú,
mujer,
la siempre-viva.
*Poema de Benjamín Araujo
18 de julio de 2010.
EL MILAGRO DE LA ORUGA
La vida superior nos llena de colores,
ya la vivíamos desde el capullo
de nuestras utopías.
Somos un árbol
convertido en vida animal.
Gota de agua
que se derrite
por amor a las nubes.
Melodía de compases
y asonancias,
nuestras alas;
fragancia que dispara
sus olores arcoíricos
por lo ojos;
(hasta herirlos de vida)
...sinfonía de geometrías
y promesas
de que el tiempo y la distancia
se deshacen entre nuestras antenas
y el oyamel dormido,
pétreo,
que espera,
taciturno
que el amor
vuelva a repetir
el milagro
de la oruga.
ya la vivíamos desde el capullo
de nuestras utopías.
Somos un árbol
convertido en vida animal.
Gota de agua
que se derrite
por amor a las nubes.
Melodía de compases
y asonancias,
nuestras alas;
fragancia que dispara
sus olores arcoíricos
por lo ojos;
(hasta herirlos de vida)
...sinfonía de geometrías
y promesas
de que el tiempo y la distancia
se deshacen entre nuestras antenas
y el oyamel dormido,
pétreo,
que espera,
taciturno
que el amor
vuelva a repetir
el milagro
de la oruga.
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